domingo, 7 de julio de 2024

Incertidumbre como fin

 


La vida es movimiento lo cual no sólo es deseable, sino que forma parte de las cosas inevitables que determinan nuestra existencia. La vida enseña y da sus señales para quien se abre a la posibilidad de asumir cada día como una escuela de nociones (simples y complejas) que no se detiene. En la búsqueda propia de cada uno, aparece la necesidad de asumir algunos asuntos como ciertos para tranquilizarnos y armonizar nuestro mundo interior. Pero: ¿Qué pasa por la mente de quien asume que la relatividad es propia del camino y la incertidumbre es el fin último de nuestro paso por el mundo? ¿Se puede tener certeza vital en la medida que lo incierto es cuanto tiende a prevalecer?

Incertidumbre total

La idea de que lo incierto es el fin último de lo que hacemos y de que todo camino se puede elaborar con base en lo incierto, puede ser un desafío que genere desasosiego en algunos. En otros, la posibilidad de abrazar lo incierto es una forma de vivir intensamente y de llevar la existencia de buena manera. Si vivimos un día a la vez, con la templanza de quien siente que la vida invita a la aventura, cosechará lo incierto como fin último y lo asumirá como una instancia que paradójicamente genera certeza.

Incertidumbre cierta

Es una paradoja de esas que parece multiplicarse por mil. Así como hay quienes consiguen tranquilizar sus inquietudes con la idea de Dios, la ciencia, la política o el arte, de la misma manera quien asume que lo incierto es el fin último de cuanto creemos y hacemos, incorporará un concepto propio del estoicismo vital que se abre a la exploración y a la sensación de finitud como algo propio de lo humano. La necesidad de tener por ciertas algunas premisas es un acto humano muy comprensible, pero aparatosamente nos puede llevar a “creer en lo que sea” para sentirnos cómodos. Lo incierto, en la dimensión de quien busca el movimiento, también es una manera de generar comodidad, sólo que mucho más ambiciosa, como lo es cualquier idea que tenga que ver con el movimiento de las cosas.

Creatividades inciertas

Todo acto creativo es una apuesta a la incertidumbre. En la medida que se es original, se va transgrediendo lo que conocemos, por lo que cualquier actividad creativa, incluyendo pensar, lleva a la movilización emocional, lo cual a su vez conduce a resultados inciertos. Toda apuesta humana en el sentido creativo es una apuesta por tratar de hacer que no existan posiciones rígidas con respecto al fin último de las cosas porque el fin último, precisamente, es la incertidumbre que va generando cada apuesta de lo humano. Lo vemos en cualquiera de las disciplinas que se van cultivando. Incluso en aquellas maneras de asumir lo metodológico y tratar de esclarecer la verdad de las cosas. Precisamente el método (cualquier método) es un intento por no ser sobrepasado por el principio de incertidumbre vital.

Verdades inciertas y mentiras verdaderas

Se da en lo humano la posibilidad de ir generando verdades inciertas o medias verdades porque nuestra capacidad de entender las cosas llega hasta cierto límite. De ahí que muchos asuntos que pensamos que no tienen asidero en la realidad se constituyen finalmente como “mentiras verdaderas” o asuntos que se creían falsos y conforme pasa el tiempo nos damos cuenta de nuestro error. De ese relativismo total se pueden construir preceptos mucho más sólidos que aquellos que parten de posiciones dogmáticas y rígidas que no aceptan el mínimo cuestionamiento. La inteligencia, que es un reducto parecido a caminar por la cuerda floja, lleva al temerario acto de cuestionar lo que creemos cierto y generar incertidumbre. Se piensa en la medida que nos atrevemos a interpretar las cosas desde otros puntos de vista.  

El pasado, la memoria y las creencias

El pasado ya no existe. En primer lugar, por una cuestión temporal. En segundo lugar, y mucho más interesante, porque en relación con lo que hemos vivido, nuestros recuerdos se van alterando y lo que vamos aprendiendo no es “aprendizaje” como tal, sino falsas evocaciones, modificadas por nuestra imaginación o en el mejor de los casos, el pasado es una modificación perceptiva de la cual va quedando registro en nuestra memoria, la cual se va alterando conforme va pasando el tiempo. No nos recordamos de las cosas que pasaron, sino de la manera como creemos que pasaron las cosas. Esa doble forma de leer el pretérito hace que la certeza de lo que hemos vivido se encuentre más cercana a lo incierto que a la realidad. Las creencias, por su parte, son la reconstrucción de la forma como vamos asumiendo aquello que tenemos por cierto, basándonos en posibles falacias de origen. Todo este malabarismo de elementos hace que seamos seres individuales, inéditos y agentes de múltiples experimentaciones, todas falseadas por nuestra posibilidad de percibir y de modificar los recuerdos. El camino de la incertidumbre nos abre la puerta a sentirnos invitados a pensar en las múltiples opciones que podría tener la existencia. Eso ya es una invitación invaluable y por demás deseable.

 

Santiago, 07 de julio de 2024.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 07 de julio de 2024.