La
vida es movimiento lo cual no sólo es deseable, sino que forma parte de las
cosas inevitables que determinan nuestra existencia. La vida enseña y da sus
señales para quien se abre a la posibilidad de asumir cada día como una escuela
de nociones (simples y complejas) que no se detiene. En la búsqueda propia de
cada uno, aparece la necesidad de asumir algunos asuntos como ciertos para
tranquilizarnos y armonizar nuestro mundo interior. Pero: ¿Qué pasa por la
mente de quien asume que la relatividad es propia del camino y la incertidumbre
es el fin último de nuestro paso por el mundo? ¿Se puede tener certeza vital en
la medida que lo incierto es cuanto tiende a prevalecer?
Incertidumbre total
La
idea de que lo incierto es el fin último de lo que hacemos y de que todo camino
se puede elaborar con base en lo incierto, puede ser un desafío que genere
desasosiego en algunos. En otros, la posibilidad de abrazar lo incierto es una forma
de vivir intensamente y de llevar la existencia de buena manera. Si vivimos un
día a la vez, con la templanza de quien siente que la vida invita a la
aventura, cosechará lo incierto como fin último y lo asumirá como una instancia
que paradójicamente genera certeza.
Incertidumbre
cierta
Es una
paradoja de esas que parece multiplicarse por mil. Así como hay quienes
consiguen tranquilizar sus inquietudes con la idea de Dios, la ciencia, la
política o el arte, de la misma manera quien asume que lo incierto es el fin
último de cuanto creemos y hacemos, incorporará un concepto propio del
estoicismo vital que se abre a la exploración y a la sensación de finitud como
algo propio de lo humano. La necesidad de tener por ciertas algunas premisas es
un acto humano muy comprensible, pero aparatosamente nos puede llevar a “creer
en lo que sea” para sentirnos cómodos. Lo incierto, en la dimensión de quien
busca el movimiento, también es una manera de generar comodidad, sólo que mucho
más ambiciosa, como lo es cualquier idea que tenga que ver con el movimiento de
las cosas.
Creatividades
inciertas
Todo
acto creativo es una apuesta a la incertidumbre. En la medida que se es
original, se va transgrediendo lo que conocemos, por lo que cualquier actividad
creativa, incluyendo pensar, lleva a la movilización emocional, lo cual a su
vez conduce a resultados inciertos. Toda apuesta humana en el sentido creativo
es una apuesta por tratar de hacer que no existan posiciones rígidas con
respecto al fin último de las cosas porque el fin último, precisamente, es la
incertidumbre que va generando cada apuesta de lo humano. Lo vemos en
cualquiera de las disciplinas que se van cultivando. Incluso en aquellas
maneras de asumir lo metodológico y tratar de esclarecer la verdad de las
cosas. Precisamente el método (cualquier método) es un intento por no ser
sobrepasado por el principio de incertidumbre vital.
Verdades
inciertas y mentiras verdaderas
Se da
en lo humano la posibilidad de ir generando verdades inciertas o medias
verdades porque nuestra capacidad de entender las cosas llega hasta cierto
límite. De ahí que muchos asuntos que pensamos que no tienen asidero en la
realidad se constituyen finalmente como “mentiras verdaderas” o asuntos que se
creían falsos y conforme pasa el tiempo nos damos cuenta de nuestro error. De
ese relativismo total se pueden construir preceptos mucho más sólidos que
aquellos que parten de posiciones dogmáticas y rígidas que no aceptan el mínimo
cuestionamiento. La inteligencia, que es un reducto parecido a caminar por la
cuerda floja, lleva al temerario acto de cuestionar lo que creemos cierto y
generar incertidumbre. Se piensa en la medida que nos atrevemos a interpretar
las cosas desde otros puntos de vista.
El
pasado, la memoria y las creencias
El
pasado ya no existe. En primer lugar, por una cuestión temporal. En segundo
lugar, y mucho más interesante, porque en relación con lo que hemos vivido,
nuestros recuerdos se van alterando y lo que vamos aprendiendo no es
“aprendizaje” como tal, sino falsas evocaciones, modificadas por nuestra
imaginación o en el mejor de los casos, el pasado es una modificación
perceptiva de la cual va quedando registro en nuestra memoria, la cual se va
alterando conforme va pasando el tiempo. No nos recordamos de las cosas que
pasaron, sino de la manera como creemos que pasaron las cosas. Esa doble forma
de leer el pretérito hace que la certeza de lo que hemos vivido se encuentre
más cercana a lo incierto que a la realidad. Las creencias, por su parte, son
la reconstrucción de la forma como vamos asumiendo aquello que tenemos por
cierto, basándonos en posibles falacias de origen. Todo este malabarismo de
elementos hace que seamos seres individuales, inéditos y agentes de múltiples
experimentaciones, todas falseadas por nuestra posibilidad de percibir y de
modificar los recuerdos. El camino de la incertidumbre nos abre la puerta a
sentirnos invitados a pensar en las múltiples opciones que podría tener la
existencia. Eso ya es una invitación invaluable y por demás deseable.
Santiago, 07
de julio de 2024.
Publicado
en varios medios de comunicación a partir del 07 de julio de 2024.