La
psiquiatría es una disciplina que no tiene muchos años. En su corta evolución, han
sido muchos los desafíos y frecuentes los avances y los cambios. En su afán de
ser rigurosa, es imposible que abarque en tan poco tiempo la totalidad de la
mente humana, particularmente en su dimensión malsana. Ha sido una disciplina
que ha ascendido de manera vertiginosa en lo que respecta al reconocimiento por
las distintas especialidades médicas, obteniendo una expectativa y relevancia
social que muy pocas profesiones han alcanzado en tan corto tiempo. De esa
experiencia soy parte y a ella dedico mis horas.
Como
toda disciplina, se ancla en otros conocimientos como la biología, la antropología,
la sociología, la psicología, la filosofía, la cibernética, las neurociencias, la
farmacología, la bioquímica y tantas, pero tantas disciplinas y oficios que la
complejizan en su esencia. De esa complejidad abismal, surge precisamente una
necesidad de orden y puntualidad que ha llevado a que la semiología y la nosología
psiquiátrica vayan literalmente al grano, lo cual hace de la psiquiatría una
mezcla perfecta entre arte y ciencia operativa y útil que la vuelven cada día
más vigente y necesaria. Su relevancia se base en lo más duro del sufrimiento humano
y la capacidad de revertirlo y superarlo. Por eso su elevada complejidad e
infinita e insondable utilidad.
En lo
personal, me hice médico cirujano y luego psiquiatra a edad muy temprana, lo cual
me ha permitido acumular un montón de experiencias y vivencias en relación con
lo humano, sus limitaciones y capacidades. Desde la cátedra de psicología de la
Universidad de Los Andes, en Venezuela, a través de la docencia, traté de transmitir
la relevancia de los estudios psicológicos y psicopatológicos en disciplinas
humanísticas y científicas a la par de poder desplegar una carrera de
investigador. El fruto de esto se materializó en dos asuntos que considero parte
de lo que soy: 1.La posibilidad de difundir las ideas que he logrado generar o
compilar, lo cual se traduce en haber desarrollado una línea de investigación
que he plasmado en libros y artículos y 2.La posibilidad de haberme formado
como filósofo en el contexto de lo que ha significado la academia, pudiendo titularme
como magister y doctor en filosofía en la propia universidad en la cual dictaba
simultáneamente clases e investigaba.
En
esta larga carrera en la cual he abrasado disciplinas exigentes y cautivantes,
he podido ayudar a muchas personas a llevar una vida mejor y me ha ayudado en
lo personal a entender muchos aspectos de la esencia de lo humano, visto en
función de pasado, pero particularmente en relación con el presente, a eso que
llamamos contemporaneidad. Tal vez porque tengo el suficiente tiempo de vida y una
experiencia en la alforja, no me asombran tanto los cacareados cambios de los
que socialmente hacemos alarde en nuestras dinámicas sociales.
Hace un
par de años el futuro de la civilización se debatía en hacerle frente a una
pandemia que fue combatida con estrategias básicas como el aislamiento o
confinamiento y la puesta en práctica de vacunas. Un par de soluciones que
parecían de tiempos lejanos pero que se nos plantaron en la cara para sorpresa
de todos.
Los
mecanismos psicológicos con los cuales las personas hacemos frente a los
problemas tienden a ser los mismos, porque no ha cambiado en absoluto nuestra
biología, como tampoco ha cambiado en el fondo, el sistema que sustenta las interrelaciones
humanas. Por eso no es de extrañar que los líderes autoritarios y casi
cavernícolas sigan existiendo en el contexto de lo humano como tampoco tiene
nada de especial que haya guerras en nuestros días. En su base, lo humano no ha
cambiado y las respuestas a los problemas, lejos de modificarse en lo profundo,
apenas dieron una innovación cosmética en donde las modas y lo banal pareciera
que se volvieron los principales intereses de reivindicación colectiva.
Probablemente
no pueda ser de otra manera, porque, aunque queramos cambiar y superficialmente
lo hagamos, en el fondo no podemos porque “somos lo que somos y no lo que
quisiéramos ser”. Somos los mismos seres humanos de hace un montón de años (ni
siquiera sabemos cuántos), cuya naturaleza sigue igual y sólo hemos tenido
aspiraciones sociales, muchas de las cuales son aparentes y sólo han ocurrido
en algunas partes de la civilización.
Tratando de ayudar a las personas, es propio de cualquier disciplina hacerse más autoexigente con respecto a las metas que desea conquistar. En esa exploración, creo que se ha sobredimensionado algunos aspectos propios de lo enfermizo y lejos de ser una disciplina que tienda a compilar asuntos, la psiquiatría (al menos algunas de sus miradas) tratan de expandirse en relación con el conocimiento de lo psicopatológico. Yo sólo me hago la pregunta: ¿Acaso existen enfermedades mentales nuevas? … y no puedo dejar de contestarme a mi mismo que son las mismas de siempre, sólo que, como cualquier otra dimensión patológica compleja, las enfermedades se van mimetizando conforme va pasando el tiempo y cambian los aspectos propios del ambiente donde se desarrollan las mismas. En esas cosas ando pensando estos días.
Santiago, 12
de mayo de 2024.
Publicado en varios medios de comunicación a partir del 12 de mayo de 2024.