domingo, 19 de noviembre de 2023

Gabriela Mistral: Primavera a fin de año

 


Se prolongó el invierno más de lo usual y a mediados de noviembre apareció la primavera, con sus verdores deslumbrantes y su sol matutino que puede llegar a hacerse inclemente al pie de La Cordillera. El momento me pareció de lo más propicio para familiarizarme con la obra de la poetisa y ganadora del Premio Nobel de literatura Gabriela Mistral, seudónimo con el cual escribía Lucía Godoy Alcayaga. Leí sus obras DesolaciónTernuraTala y estoy leyendo Lagar por estos días. Ahora ya entiendo de qué va su obra, por qué gana el Premio Nobel de Literatura en 1945, pero por encima de todo, la interesantísima propuesta que ella representa, que sin duda alguna sigue presente en nuestros días.

De poemas perfectibles y perfeccionados

Cuenta su leyenda que llegó a reescribir sus poemas en tantas ocasiones que probablemente lo que conozcamos en la actualidad sea la depuración de su obra tantas veces como un par de centenar de intentos por hacer de sus creaciones perfectibles una y más veces, en una tentativa de encontrar la pureza del texto, intentando llevarlo a una dimensión que aspiraba la perfección. En ella se conjugan elementos como la muerte, la soledad, los asuntos propios del hombre común, pero sobre todo la naturaleza con sus orígenes personalísimos, como El Valle de Elqui y la presencia permanente de una espiritualidad o religiosidad (es lo mismo) que marca su legado. En Gabriela Mistral hay una exaltación de la naturaleza, especialmente de aquella que forma parte de su cordillera y la cual la acompaña como un recuerdo infantil que la transforma en ocasiones en una poetiza pueril, en donde “el niño” predomina, no por inmadurez, sino como marca indeleble de los primeros y mejores días de su existencia.

La naturaleza vive

Si caminamos por los senderos chilenos, seremos testigos de una manera de concebir el medio que va desde el asombro que genera la belleza natural del país con lo inhóspito que se vuelve en muchas de sus facetas. Chile es tierra inhóspita en el sentido de que lo terrenal somete al hombre a pruebas bravas en las cuales desafía a la naturaleza, a la bella naturaleza, para poder sobrevivir. El océano pacífico y la Cordillera de Los Andes son las dos caras de un mundo que hacen que todo sea dicotómico, bello y brutal. Desde el infernal y hermoso desierto de Atacama, hasta la infernal y hermosa Patagonia, el país posee dos polos que, salvo una pausa primaveral y un espasmo veraniego, se debate entre dos antípodas que hacen que las personas, la gente, los ciudadanos, se mimeticen con cuanto los rodea y tengan que generar sus propios recursos para enfrentar lo invencible. Gabriela Mistral trata con generosidad las bondades de la naturaleza y cautiva a la estirada Europa del tiempo en que desarrolla su obra.

El campo y la ciudad

Hay en todas partes un clásico y recurrente enfrentamiento banal y fútil que es el que se presenta entre el campo y la ciudad (no es menos trascendente por ser banal y fútil). Gabriela Mistral lo muestra en su obra y es precisamente por mantenerse al margen de las vanguardias y ceñirse al cultivo de una poética que va de la mano con los asuntos de la naturaleza, que se encontró con críticos que se ensañaron con su obra. Muestra desdén por lo citadino y por la manera como la persona de la urbe se planta ante la cultura y el conocimiento. En realidad, es una posición comprensible, pero no compartida. Mi origen campesino y el hecho de haber vivido en muchos lugares, medianos poblados y diminutos pueblos, metrópolis caóticas y generosas ciudades, me permite ver el asunto como sumatorio y no excluyente. Se puede uno mimetizar en cualquier parte, porque la brújula unívoca que debería guiarnos es el mundo interior de cada uno y los afectos que vamos cultivando.

Profetas en su propia tierra

Ni hubiese podido desarrollar la obra que produjo ni hubiese sido mayormente conocida Gabriela Mistral si no es por su relación con México y lo aprendido en esos lugares tan alejados de su Chile natal. Precisamente el contacto con la cultura mexicana va modificando y a la vez universalizando su obra, que deja de ser estrictamente chilena para transformarse en un emblema del arte latinoamericano y los intentos intelectuales por comprender la realidad de lo que se va gestando en esta parte del mundo. Probablemente siga siendo el continente de la esperanza o el más esperanzado, que originariamente vendría a ser lo mismo. Transita Gabriela Mistral por ese deseo de entender lo que ha ocurrido en América Latina y México le da ese carácter en el cual puede vislumbrar el asunto con una dimensión más amplia y profunda.  Sin ese asomo, que es en realidad el gran salto mental de cualquier persona, no hubiese trascendido su obra. Definitivamente puede ser pobre el hombre que se acoraza y retrae en un ámbito mínimo que representa el lugar donde vive. Es posible que mientras más experiencia vital tenga un artista, más amplias sean las posibilidades de escribir una obra con mayores aspiraciones. Mayores de las que enseñan los libros. Mejor porque lejos de castrar al cuerpo y al intelecto humano, el gran viaje y exploración personal del mundo da alas para volar. Literalmente.

 

Santiago, Chile, 19 de noviembre de 2023.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del domingo 19 de noviembre de 2023.