domingo, 3 de diciembre de 2023

Recurrentes aterrizajes forzosos

 


El sol se mete inclemente por la ventana y escribo este texto en franelilla. Anoche la temperatura era baja y con el correr del día, sin llegar a ser soporífero, el calor se va adueñando de los espacios. Así es en el sur. Mientras eso ocurre, tratamos de darle forma a las ideas sin forma en un ejercicio que siempre termina por ser tan necesario como inútil. De eso va lo humano, de tratar de darle sentido a aquellas cosas que hacemos o vemos que los otros hacen. A fin de cuentas, no llegamos a ser racionales y todo comienza y termina en argumentar lo que pensamos.

Analistas vulgares

Tienden los analistas políticos a tomar partido antes de hacer análisis y la realidad siempre será garante de que las ideas solo ideas son. En esta contemporaneidad espectacular, en donde por momentos pareciera que cualquier rana va a atacarnos en una acera, ser o intentar ser medianamente objetivo se hace muy cuesta arriba. La siempre presente lucha entre la razón y los instintos es la sombra con la cual debemos lidiar y de la cual debemos tratar de salvarnos.

Los caminos de la vida

El único sistema que se ha construido (y no existe otro) para poder tener un equilibrio entre los distintos elementos que complejizan las sociedades es la democracia. No existe otro modelo que garantice la justicia y preserve la mayor cantidad posible de libertad. De los intentos que se han hecho para hacer más perfectible los sistemas democráticos, una y otra vez ha quedado demostrado de manera palmaria que solo la democracia representativa sirve. La democracia representativa es la máxima expresión de lo que podemos y debemos aspirar. Todas las demás formas de plantear lo democrático socavan la vida de las naciones. Lo útil ha sido apostar por la democracia representativa. Lo demás es solo demagogia.

De transiciones

Aquellos países en los cuales sus ciudadanos apostaron a cambiar el modelo de democracia representativa solo terminaron por darse un tiro en el pie. La posibilidad de una representación real es garante de que los derechos de minorías y mayorías pueden ser defendidos en los espacios institucionales. En eso de intentar conseguir tablas salvavidas, las instituciones y la necesidad de mejorar las mismas debería ser la prioridad de los conductores de sociedades. Sin instituciones, no es posible la vida en sociedad y lejos de aspirar a cambiarlo todo, como si fuera posible, los grandes esfuerzos humanos deberían centrarse en perfeccionar las instituciones existentes, que obviamente son un desafío mucho mayor que cambiarle el nombre a las mismas. Las sociedades pueden llegar a experimentar transiciones saludables si se fortalecen sus instituciones y se respeta el voto universal. No hay otros caminos.

Izquierdas en apuros

La diferenciación entre izquierda y derecha en el terreno de lo político es un anacronismo histórico que además trajo consigo una paradoja perfecta en nuestros días. Aquellos que se hacen llamar de izquierdas, cuando llegan al poder, deben hacer uso de las armas de la República y someter a aquellos sujetos que no cumplen con la ley. Con la falaz idea de defender ciertos derechos (tergiversaciones de la idea de derecho) se termina por premiar a quien delinque. Al ser de izquierdas, se mete en un mismo saco sistemas de gobierno francamente antidemocráticos y otros que son derivaciones de modelos fracasados cuando se intentaron llevar a la práctica. Para saber a dónde se quiere llegar, los movimientos autodenominados de izquierda deben hacer una profunda reflexión y hablar de manera clara, señalando las cosas por su nombre. Una dictadura de izquierda no es aceptable para ningún demócrata y debe repudiarla.

Derechas en apuros

Por otra parte, los autodenominados “de derecha”, promocionan el empequeñecimiento del tamaño del Estado, las libertades individuales y la propiedad privada. En ese mismo grupo, están los liberales y ultraliberales, que a la vez de promocionar la idea de defender lo privado, tienden a coaccionar el libre proceder del individuo y lejos de fomentar su libertad, preconizan un moralismo difícil de entender en un sistema de ideas que apuesta por la libertad. Tienden a exaltar las ideas religiosas y posiciones dogmáticas en relación con estilos de vida, en los cuales el Estado no debería participar.

La brújula no marca el rumbo

Esas clasificaciones, en las cuales los límites de una cosa se introducen en las ideas de su oponente y viceversa, terminan por construir auténticas entelequias mentales que son imposibles de llevar a la práctica. Toda utopía está condenada al fracaso y a llevar a los ciudadanos a padecer de las más extravagantes vivencias en nombre del bienestar común. Se hace más interesante la vida en sociedad en la medida que soluciona los problemas propios de lo humano, que siempre van a existir y con propensión a complejizarse. Lo que pasa es que la necesidad de soñar es tan grande, que somos capaces de destruirnos tratando de alcanzar un sueño. Los sueños, las ideologías, las utopías y la rigidez del pensamiento literalmente matan lo humano.  

 

Santiago, Chile, 03 de diciembre de 2023.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del domingo 03 de diciembre de 2023.