El sol
se mete inclemente por la ventana y escribo este texto en franelilla. Anoche la
temperatura era baja y con el correr del día, sin llegar a ser soporífero, el
calor se va adueñando de los espacios. Así es en el sur. Mientras eso ocurre,
tratamos de darle forma a las ideas sin forma en un ejercicio que siempre
termina por ser tan necesario como inútil. De eso va lo humano, de tratar de
darle sentido a aquellas cosas que hacemos o vemos que los otros hacen. A fin
de cuentas, no llegamos a ser racionales y todo comienza y termina en argumentar
lo que pensamos.
Analistas
vulgares
Tienden
los analistas políticos a tomar partido antes de hacer análisis y la realidad
siempre será garante de que las ideas solo ideas son. En esta contemporaneidad
espectacular, en donde por momentos pareciera que cualquier rana va a atacarnos
en una acera, ser o intentar ser medianamente objetivo se hace muy cuesta
arriba. La siempre presente lucha entre la razón y los instintos es la sombra
con la cual debemos lidiar y de la cual debemos tratar de salvarnos.
Los
caminos de la vida
El
único sistema que se ha construido (y no existe otro) para poder tener un
equilibrio entre los distintos elementos que complejizan las sociedades es la
democracia. No existe otro modelo que garantice la justicia y preserve la mayor
cantidad posible de libertad. De los intentos que se han hecho para hacer más
perfectible los sistemas democráticos, una y otra vez ha quedado demostrado de
manera palmaria que solo la democracia representativa sirve. La democracia
representativa es la máxima expresión de lo que podemos y debemos aspirar.
Todas las demás formas de plantear lo democrático socavan la vida de las
naciones. Lo útil ha sido apostar por la democracia representativa. Lo demás es
solo demagogia.
De
transiciones
Aquellos
países en los cuales sus ciudadanos apostaron a cambiar el modelo de democracia
representativa solo terminaron por darse un tiro en el pie. La posibilidad de
una representación real es garante de que los derechos de minorías y mayorías
pueden ser defendidos en los espacios institucionales. En eso de intentar
conseguir tablas salvavidas, las instituciones y la necesidad de mejorar las
mismas debería ser la prioridad de los conductores de sociedades. Sin
instituciones, no es posible la vida en sociedad y lejos de aspirar a cambiarlo
todo, como si fuera posible, los grandes esfuerzos humanos deberían centrarse
en perfeccionar las instituciones existentes, que obviamente son un desafío
mucho mayor que cambiarle el nombre a las mismas. Las sociedades pueden llegar
a experimentar transiciones saludables si se fortalecen sus instituciones y se
respeta el voto universal. No hay otros caminos.
Izquierdas
en apuros
La
diferenciación entre izquierda y derecha en el terreno de lo político es un
anacronismo histórico que además trajo consigo una paradoja perfecta en
nuestros días. Aquellos que se hacen llamar de izquierdas, cuando llegan al
poder, deben hacer uso de las armas de la República y someter a aquellos
sujetos que no cumplen con la ley. Con la falaz idea de defender ciertos
derechos (tergiversaciones de la idea de derecho) se termina por premiar a
quien delinque. Al ser de izquierdas, se mete en un mismo saco sistemas de
gobierno francamente antidemocráticos y otros que son derivaciones de modelos
fracasados cuando se intentaron llevar a la práctica. Para saber a dónde se
quiere llegar, los movimientos autodenominados de izquierda deben hacer una
profunda reflexión y hablar de manera clara, señalando las cosas por su nombre.
Una dictadura de izquierda no es aceptable para ningún demócrata y debe
repudiarla.
Derechas
en apuros
Por
otra parte, los autodenominados “de derecha”, promocionan el empequeñecimiento
del tamaño del Estado, las libertades individuales y la propiedad privada. En
ese mismo grupo, están los liberales y ultraliberales, que a la vez de
promocionar la idea de defender lo privado, tienden a coaccionar el libre
proceder del individuo y lejos de fomentar su libertad, preconizan un moralismo
difícil de entender en un sistema de ideas que apuesta por la libertad. Tienden
a exaltar las ideas religiosas y posiciones dogmáticas en relación con estilos
de vida, en los cuales el Estado no debería participar.
La
brújula no marca el rumbo
Esas
clasificaciones, en las cuales los límites de una cosa se introducen en las
ideas de su oponente y viceversa, terminan por construir auténticas entelequias
mentales que son imposibles de llevar a la práctica. Toda utopía está condenada
al fracaso y a llevar a los ciudadanos a padecer de las más extravagantes
vivencias en nombre del bienestar común. Se hace más interesante la vida en
sociedad en la medida que soluciona los problemas propios de lo humano, que
siempre van a existir y con propensión a complejizarse. Lo que pasa es que la
necesidad de soñar es tan grande, que somos capaces de destruirnos tratando de
alcanzar un sueño. Los sueños, las ideologías, las utopías y la rigidez del pensamiento
literalmente matan lo humano.
Santiago,
Chile, 03 de diciembre de 2023.
Publicado
en varios medios de comunicación a partir del domingo 03 de diciembre de 2023.