Basta con hacer un análisis de cualquier
lengua para darnos cuenta de hasta qué punto los fenómenos migratorios van
cambiando a los distintos pueblos en el transcurso de la historia de la
civilización. Hay idiomas que a duras penas se hablan en ciertos países, lo
cual va de la mano con poca afluencia de personas de otras culturas. El
resultado es una endogamia cultural que en muchos casos empobrece la sociedad y
la vida, en general, deja de tener ese sabor propio del disfrute. Por el
contrario, los países en donde confluyen gente de distintos destinos poseen una
riqueza cultural y una vitalidad que otros pueblos envidian.
Por todos lados
Basta con probar y tratar de analizar lo que se come en cualquier parte del mundo para darnos cuenta de que lo originario, en general, no existe, lo que existe es un desarrollo continuo de cambio en los cuales la gastronomía, por ejemplo, ante la mezcla de grupos de personas, deja una huella de carácter sumatorio que va enriqueciendo aquello que nos llevamos a la boca. Hablar y comer son cosas sencillas y básicas y precisamente en esos aspectos atinentes a lo cotidiano es donde más se ven las modificaciones culturales que se generan sin que ni siquiera nos demos cuenta. La cultura es así. Cuando hay diversidad hay cambios. Lo importante es entender al otro sin denostar y en la medida de lo posible tratar de preservar aquellas cosas en las cuales creemos, entendiendo que es imposible detener el paso del tiempo; más difícil todavía poder impedir los cambios propios de cualquier cultura.
Cuando se vuelve exponencial lo presente
La cultura propende a multiplicarse cuando
elementos de otros grupos humanos se integran a los que ya existen. En este
sentido los resultados son exponenciales. El siglo XXI se ha caracterizado por materializarse
múltiples desplazamientos de grandes masas humanas de un lugar a otro, sin chance
de que el asunto se detenga y sin potenciales “soluciones”, si es que aplica el
término para explicar lo que está ocurriendo. Muchas veces se intenta plantear
los asuntos humanos como “problemas”, incluso definiciones que ni siquiera
tienen la posibilidad de ser corregidas, cuando en realidad son “soluciones”.
Todo depende de cuál cristal usemos para analizarlo y desde qué acera estemos
viendo la cosa. Los asuntos son diferentes si miro al otro desde su propia acera,
pero para eso tengo que hacer el esfuerzo de cruzar la calle.
Tensiones migratorias
No es fácil migrar como tampoco es fácil
recibir a los migrantes. Cuando el miedo es bidireccional, las tensiones se
mantienen por un tiempo. Eso ocurre con los fenómenos migratorios de la
contemporaneidad, como también ocurrieron en los que les precedieron. Lo
migratorio lleva en su cuño las dos caras de la moneda. No es casual que
grandes pueblos forjen su riqueza cultural precisamente por el hecho de ser
receptores de gentes que vienen de otros confines. Lo cierto es que el interés
por la migración (tanto el propio como el de otros) no para porque la migración
de mis compatriotas se ha convertido con el paso del tiempo en un fenómeno de
carácter continuo, permanente e ininterrumpido, como las recetas de las
enfermedades que tienen un carácter crónico.
Lo valioso de un fenómeno
La migración, potencialmente puede ser
enriquecedora. No existen fenómenos de desplazamientos colectivos sin manchas.
Así como un pueblo es influenciado por las buenas costumbres y las valiosas
tradiciones culturales, de la misma manera, los elementos negativos de
cualquier cultura también se exportan. Tal implica cual y no comprenderlo es
poco menos que carecer de juicio. La invasión es un fenómeno de carácter
forzoso e indeseable que también ha permitido lo civilizatorio. Hay pueblos que
sobreviven sólo porque el dominante no arrasó con la totalidad de los elementos
culturales que había en un lugar, sino que los integró a la cultura propia. Ese
sincretismo y fusión va derivando en otra manera de entender el mundo y se va
gestando, haya o no resistencia. Así ha sido la historia.
Pirámides invertidas
Hay países en los que su pirámide poblacional ha cambiado de manera progresiva hasta el punto de que el aumento de la población de adultos mayores es la que ha perfilado y definido las características demográficas. Producto de la migración, no deja de ser de gran interés que en muchos países “de viejos” haya aumentado la tasa de natalidad a expensas de migrantes. Eso es demasiado obvio para no haberlo previsto. Todo parece indicar que va a haber un vuelco de la tortilla y como en la totalidad de los procesos migratorios, se mimetizan asuntos de carácter cultural y el saldo es positivo para quien recibe a personas de otras partes porque todo fenómeno de este tipo altera la cultura de los nativos. La mayoría de las veces para bien. Así siempre ha sido, es y será.
Santiago, 28
de enero de 2024.
Publicado en varios medios de comunicación a partir del 28 de enero de 2024.