jueves, 31 de agosto de 2023

La maestra de El Chivo

 


"Son más fáciles de contar los cabellos de nuestra cabeza que las pasiones de nuestro corazón."

San Agustín

 

Una maestra que da clase a niños de sexto grado en la escuela pública de la localidad de El Chivo, me saluda con estimulante afecto. Es la primera vez que hablo con ella; sin embargo, me trata con familiaridad y cercanía. Lee mis escritos desde hace varios años. 

La situación me emociona y me satisface. He logrado establecer una maravillosa comunicación con alguien que ni siquiera sospechaba que existía. Pocas cosas pueden ser tan gratas como experimentar el sabor de los frutos de un fenómeno que se basa en la emisión de palabras escritas y la recepción apasionada de un noble lector. Soy una aproximación de escritor muy agradecido de quienes han tenido la paciencia y tolerancia para soportar mis trabajos. 

Pero la verdadera comunicación se establece cuando recibo los comentarios de la maestra para quien escribo. Porque a fin de cuentas, si algo de lo que escribí tuvo eco en ella, es porque sencillamente lo escribí para ella. 

Hoy en día, cuando me pregunto para quién estoy escribiendo, me respondo: "Para la maestra de El Chivo".

Pocas actividades han logrado despertar en mí un estado tan pasional como la aproximación a la literatura. Libros en los que surgen universos maravillosos de pasiones y situaciones que han terminado por configurar una visión del mundo que si bien puede no haberme hecho mejor persona, por lo menos me ha permitido instantes de goce que me han hecho más vivo. 

Creo que las manifestaciones artísticas nos hacen mejor como especie. De hecho, sin ellas, el empobrecimiento de la naturaleza humana podría ser notable. A fin de cuentas, todo arte aspira a ser elevado y en ese proceso pierde lo que podríamos considerar su "utilidad". Esta utilidad concebida como "servir para algo". Entonces, ¿para qué le sirve a la maestra de El Chivo tener contacto con unos escritos que no persiguen una "utilidad"?

Cuando la maestra me saludó, se mostraba emocionada y afectuosa. Unos escritos que aspiran a "elevarse" lograron despertar una emoción en una persona. Creo que para eso sirve escribir. Para movilizar un poco el corazón de la maestra de El Chivo. 

Mi admirado amigo Bertrand Russell nos advierte que "donde no hay horas libres, el arte y la ciencia mueren, y todo progreso se hace imposible". 

Tanto mi tiempo como el de mi querida maestra está condicionado por la necesidad de ganarnos la vida. Es grato poder encontrarnos dos personas que tenemos la voluntad de apartar algunos instantes para dar cabida a nuestra presencia en estos parajes. 

 

 

 

 

*Del libro de mi autoría Los peligros de comer cotufas.


Luis Arocha Mariño

 

Si observamos con detenimiento un cuadro del artista Luis Arocha Mariño, destacará una serie de puntos esparcidos a lo largo y ancho de la tela. Buena técnica, dirán algunos; es bastante original, dirán otros. Lo que la mayoría ignora es que dichos puntos son consecuencia de las gotas de sudor de Luis Arocha, que caen sin compasión en sus maravillosos trabajos. Tuve la suerte de verlo pintar en una oportunidad con motivo de ser el presentador de una exposición que exhibía en caracas. El artista pasa horas, días, semanas y hasta meses, alejado de todo lo que pueda distraerlo; disfrutando y sufriendo en el suelo, entremezclado con pinturas, pinceles y telas. 

Una luenga barba blanca, una apacibilidad maravillosa y un par de ojos penetrantes y nobles, logran impresionar a quien tenga el gusto de conocerlo. Vive en caracas y su taller se encuentra en San Bernardino, en donde transita confiado y querido por los habitantes del sector. 

Amante deslumbrado de la filosofía, apasionado devorador de la divina literatura, conmovedor actor a quien he visto interpretar el papel de Walt Whitman; justo y llano; receptivo y espléndido. Nunca olvidaré la primera clase del curso de psicoterapia que suele dictar en el hospital José María Vargas de Caracas: -"Lo único que no podía tolerar es la idea de que ustedes acepten mis clases sin cuestionarlas. Si eso llegase a ocurrir, creo que estaríamos perdiendo el tiempo."

Es desde ese momento mi amigo. Gran parte de mi formación académico-anarquista se la debo.

Acepté la tarea de hacer la presentación de sus cuadros ante un grupo muy distinguido de personas. Es el fin de una etapa de su obra. 

Los cuadros emanaban tal fuerza, porque fuerza es el término ideal para definirlo, que a ratos daba la impresión de que las paredes se movían un tanto. 

Rostros de infinita profundidad, ojos desgarradores que trasgreden en forma implacable el vacío, siluetas a ratos difusas que no dejaban de impresionar a cada uno de los que asistimos al acto. Una implacable forma de combinar colores, capaces de cantar y hacernos cantar, y de gritar y hacernos gritar con ellos. Es, en definitiva, una manera de hacer magia, con la naturalidad del que no está consciente de sus virtudes. 

Luis Arocha Mariño: Engranaje esencial de mi última nostalgia. Sabio profesor al cual quedo eternamente agradecido. 

 

 

 

 

*Del libro de mi autoría Los peligros de comer cotufas

Los peligros de comer cotufas

domingo, 27 de agosto de 2023

Escribiendo en tierra de nadie

 


Hay una tentación a la cual puede sucumbir el escritor. Por tratar con palabras e ideas, flirtear con la política tiende a ser un campo al cual se puede entrar con facilidad. Ese terreno proverbialmente peligroso lleva implícito varios elementos:

 1. Lo político tiende a ser expresado a través de lo ideológico, siendo toda ideología una chaqueta de fuerza que impide pensar de manera creativa. Lo ideológico le pone límites al pensamiento y el carácter artístico de una obra se debilita o fallece. Los relativamente recientes regímenes totalitarios fueron el ejemplo para ilustrar esta afirmación. También lo son las nuevas sociedades contemporáneas que cercenan la libertad del individuo.

2. Una vez que se planta en el terreno de lo político, lo escrito se vuelve chabacano. El análisis político, en general, no requiere mucho esfuerzo, porque los lentes con los cuales mira la realidad el analista ya vienen con fórmulas prefabricadas. No tiene mucho valor la declamación de panfletos.

3. La capacidad de trascendencia de una obra se ve cuestionada por la visión politizada de quien la percibe. De ahí que vemos con tanta frecuencia que se intenta encasillar en una dimensión política a un escritor, cuando eso es apenas una de las aristas de las cuales se puede amalgamar una expresión artística. El encasillamiento al otro, sin un análisis más concienzudo, generalmente es una expresión de mediocridad ramplona.

Sudando para trascender

Premios y reconocimientos son buscados para que la obra literaria no fallezca en el curso del tiempo. El problema es que las premiaciones tienen su buena dosis de adulación o de tener una corte de seguidores miopes y fascinados por lo ideológico que van haciendo presión para poder consagrar a un autor. De ahí que conocemos personas que a duras penas recibieron reconocimientos por su obra en vida y la misma es tan relevante que logra sobrevivir al paso del tiempo. Lo contrario también ocurre. Escritores inflados en su momento, de quienes después nadie se acuerda. Pareciera que una buena dosis de capricho y arbitrariedad va de la mano con el buen gusto. Del buen gusto al concepto de cultura de élite hay un paso.

Élites y élites

La cultura tiende a ser elitista en un doble sentido: O porque desde lo popular es arropada por las élites que la preconizan y la elevan o porque desde lo elitista se popularice. Ambos sentidos llevan al mismo lugar. La cultura termina por ser celosamente custodiada por grupos que se encargan de su preservación y alcance. En este mismo sentido, los occidentales propendemos a valorar el arte desde la perspectiva del sujeto por encima de las manifestaciones de carácter colectivista. El artista, por lo tanto, independientemente de su origen, por ser artista, a la manera occidental, es una expresión de lo más depurado de la élite de una sociedad. Este punto, que suele generar malestar y tensión en algunas personas, se va cimentando conforme pasa el tiempo y el individuo se ubica en un plano que está más allá de la muchedumbre en el caso de que su obra tenga valor perdurable en el tiempo. El individuo logra que su obra se popularice, precisamente porque su arte no es de carácter colectivo.

Duro lo que perdura

¿Qué tiende a perdurar con los años? En primer lugar, aquellas expresiones culturales que fueron salvaguardadas por élites, llámense academias, universidades, estructuras religiosas, fundaciones y otras agrupaciones que posean el talante de guardianes del conocimiento. En segundo lugar, aquello que, por su valor, propenda a ser apreciado por un grupo de personas, independientemente del lugar y del tiempo.

Lo que damos el carácter de “obra relevante”, llámese novela, ensayo, poesía o cualquier otra manifestación escrita, es aquello que coquetea con la inmortalidad o propenda a generar un discurso que tienda a la universalidad. ¿Qué desaparece con los años? Aquello que no logra ser resguardado por las élites o que pierda la capacidad de ser apreciado por un grupo de personas.

Del pueblo al universo

Desde lo particular, se puede generar un discurso que se universalice. Usando un pequeño ejemplo, se pueden dinamitar las ideas al punto de hacerlas volar por los aires. Si se pretende hacer un discurso universal sin tener presente que en realidad partimos de ideas concretas y recreamos situaciones relativamente comunes, lo más probable es que no se llegue a ninguna parte. De pequeñas historias que van creciendo en relación con su capacidad de ser conocidas por muchas personas, está llena la historia de la cultura. Lo anterior nos lleva nuevamente a plantearnos la importancia del desarrollo artístico desde la instancia individual, ajena al colectivismo, que tiende a castrar a quien trata de hacer el esfuerzo de pensar por cuenta propia. Ninguna condición es tan penosa como la de las masas que intentan ahogar la voz que es capaz de imponerse por encima de grandes mayorías sin mucho peso real. Es la eterna lucha entre la excelencia y lo mediano repetida una y muchas veces en el curso del tiempo.

 

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 28 de agosto de 2023.

sábado, 26 de agosto de 2023

Nada

 


A veces nos da por aspirar a que las cosas mejoren. Que incluso todo nos salga bien. Instancia inasible la cual de vez en cuando nos seduce., hasta hacernos cautivos amantes de la idea. Creo haber estado a punto de lograr la perfección.

El agua calmada y transparente invitaba a zambullirnos. Un saludable sol de mediados de mañana nos acariciaba suavemente la piel, mientras la tenue brisa marina hacía pocos esfuerzos para hacernos sentir una condición cercana a lo que vamos a llamar “transformación en éter de la materia”.

Sin esfuerzos ni pesares, en una calma sólo perceptible bajo un profundo estado de trance, mi cuerpo flotaba en las maravillosas aguas de Cayo Sombrero, paraíso perteneciente al Parque Nacional Morrocoy. Quiso el tiempo que el agradable movimiento de las aguas me desplazase lentamente por tan inmaculadas superficies a tal punto de éxtasis que olvidé haber pertenecido en alguna ocasión a este tan basal mundo.

Fue así como logré alcanzar uno de esos estados que desde épocas antiguas han sido anhelados y tratados de ser adquiridos a través de prácticas milenarias exigentes en el cultivo de prolongadas meditaciones y ejercicios variados, guiados por personas consideradas sabias por sus seguidores.

No podría precisar cuánto tiempo había estado en tan evidente condición, cuando el aullido ronco de un ser humano hizo que regresara a esta vida. Se trataba de un viejo gordo y alto, a quien las corrientes marinas habían atravesado en mi camino y sin ningún reparo se quejaba una y otra vez mientras se tocaba la espalda. Dijo en un árabe perfectamente ininteligible algo que por supuesto no comprendí, para luego hablarme en un español poco diáfano con el cual trató de hacerme entender que una aguamala le había “picado” en la espalda.

Un pequeño manojo de prolongaciones de aspecto delicado se presentó ante nosotros, flotando despreocupadamente en aquella límpida playa, como uno de esos actores cómicos, que hacen su aparición con elevado grado de sorpresa. La reacción del libanés no se hizo esperar. De un golpe enérgico que no perdió fuerzas al chocar con el agua, aplastó con la palma de las manos al ser que le había hecho daño. Luego tomó con dos dedos a la aguamala y con infinito desprecio dijo en voz alta y en un castellano que insólitamente se hizo impecable: Nada es perfecto.

¡Y de verdad… si no hubiese sido por la aguamala…! 




*Del libro de mi autoría La creación del rosado



jueves, 24 de agosto de 2023

Nietzsche y la bailarina

 


A veces cae la tarde cerrada por la neblina. Antes ocurría con mayor frecuencia; sin embargo, su carácter eventual la llena de más fascinación y sorpresa. Es tan espesa la neblina merideña, que alguien podría correr el riesgo de perderse en las calles, tal como ocurre al personaje de Amarcord, de Fellini. Bajando por la avenida 2, que debe ser muy parecida a las calles de la Rusia de Gógol (la avenida 2 es una versión tropical de la célebre avenida Nevski), me encuentro para rematar con una bailarina hermosa y joven (parecida a las historias infantiles que leí en el CEAPULA), y me siento como el glorioso soldadito de plomo, cautivado por la fascinante experiencia de disfrutar la presencia de una linda dama.

En este punto de mi relato, las cosas se parecen tanto a otras cosas que han terminado por no ser ellas mismas.

La bailarina, toda belleza y seducción, me pregunta si soy el psiquiatra que escribe los lunes por Frontera, y en forma receptiva, y contento por sentirme tan cautivo en sus ojos, le respondo que sí.

-¿Es verdad que si uno lee Así habló Zarathustra, de Friedrich Nietzsche, ya no necesita leer otro libro?

La neblina de Fellini, la avenida 2 de Gógol, los cuentos del CEAPULA y mi cuerpo de plomo, conspiran y me elevan a una dimensión fascinante, en la que acabo de pasar a ser el hombre que aprendió a filosofar con una bailarina.

-La verdad es que no sé la respuesta, linda, pero leí a Nietzsche por primera vez a los doce (se entenderá que mi respuesta va dirigida a impresionar a la bailarina). Si la literatura es susceptible de ser interpretada de miles de formas y la filosofía “nos pone en el caso de que la insultemos” -parafraseando a Ramos Sucre- , por su carácter siempre ocioso, con Nietzsche encontramos la perfecta combinación en donde literatura y filosofía se vuelven una sola condición: La pretensión de pensar, con el acto de percibir y exponer a través de las palabras su visión del mundo cargada de pasión.

No hay forma de dejar de interpretar a Nietzsche si lo leemos con detenimiento. Interpretarlo de las formas más variadas y hasta insólitas. Interpretarlo en forma disímil, contradictoria y muchas veces retorcida. En su tiempo lo acusaron de que su forma de expresarse era una trampa para atrapar pajaritos, dado su carácter “proselitista”, al utilizar un lenguaje metafórico, lleno de imágenes fuertes y propenso a producir las más variadas interpretaciones en quienes se acercaban a sus obras.

Es difícil dejar de seguir interpretando a Nietzsche sin detenernos, en forma opuesta, muchas veces, a como lo hace el vecino. Al fin y al cabo, esa es su grandeza… la de provocar una lectura tan distinta en cada uno de los que se aproximan a sus escritos.

Como la bailarina deseaba seguir preguntando y yo quería seguir disfrutando de su presencia, la invité a traspasar todo intento por dar vueltas a las ideas y le hice la proposición de burlarnos un poco del tiempo.

Es ésta la historia de cómo aprendí a bailar.

 

 

 

 

 

*Del libro de mi autoría La creación del rosado.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Libros de Alirio Pérez Lo Presti

 


Alirio Pérez Lo Presti es un escritor, filósofo y psiquiatra nacido en Mérida, Venezuela, en 1966. Narrador, ensayista y articulista.

Ha fijado su residencia en varios lugares, como Syracuse (New York), Valera, Canaguá, Abejales, El Vigía, San Fernando de Apure, Caracas y Madrid; siendo los viajes y las mudanzas una constante en su vida. Escribe desde temprana edad, apareciendo su primer libro en 2006. Cofundador del suplemento literario El sombrero de copa. Actualmente vive en la ciudad de Santiago, Chile.

Desde el punto de vista académico es Doctor en Filosofía (Universidad de Los Andes), Magister Scientiae en Filosofía (Universidad de Los Andes), Psiquiatra (‘Escuela José María Vargas’ Universidad Central de Venezuela), Médico Cirujano (Universidad de Los Andes), Curso Medio en Salud Pública (Universidad de Los Andes) y Locutor (Universidad Central de Venezuela).

Libros publicados:

La creación del rosado (Ensayos breves de filosofía práctica). Consejos de Publicaciones de la ULA. (2006). Reimpreso en 2007.

Los peligros de comer cotufas (Ensayos breves de filosofía cotidiana). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2007). Reimpreso en 2008. 

Historias de animalitos (Ensayos breves de filosofía corriente). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2008).

Suelo tomar vino y comer salchichón (Ensayos breves de filosofía ordinaria). Consejo de Publicaciones de la ULA. (2009).

La verdadera historia de la perra caliente y otros relatos. Dirección General de Cultura y Extensión. ULA. 2008.

Psicología. Lectura para Educadores. Ensayo publicado en 2008 por CODEPRE, y en 2010 la segunda edición aparece publicada por el Consejo de Publicaciones de la ULA, reimpresa en 2014 y 2015.

Para todos y para ninguno y otros ensayos. Consejos de Publicaciones de la ULA. (2015).

Cuentos de monte y culebra. Antología de cuentos realizada en conjunto con Ricardo Gil Otaiza. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2009).

Psicología y contemporaneidad. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2012). Reimpresa en 2014 y 2015.

Los cambios psicológicos. Consejo de Publicaciones de la ULA. (2013).

Además, ha publicado trabajos en revistas especializadas, tanto científicas como humanísticas y tiene en su haber una extensa producción de artículos de prensa en múltiples diarios.