La retórica
intenta persuadir a través del discurso, siendo su fin convencer al otro. Es
una disciplina, es un arte, pero también existen métodos que le confieren un carácter
estructurado. Se intenta persuadir a otras personas con múltiples propósitos, desde
causas loables hasta las más grandes ruindades. El objetivo o fin último es
lograr el control.
El arte
Como tal,
la retórica es un arte porque puede existir una belleza y armonía discursiva cuando
no una ferocidad que permite el contacto entre quien persuade y el que es
persuadido. Para bailar se necesitan al menos dos personas y la retórica es
como los grandes bailes en donde uno de los sujetos lleva el paso y el otro lo
acompasa y se deja llevar. El contacto propio de lo retórico tiene qué ver con
cuál parte de la estructura psíquica se sienta identificada la persona. Por
ejemplo: El perverso que persuade será capaz de convencer al otro, en muchas ocasiones,
desde los elementos propios de la perversión de ambos; de ahí que no son
casuales las identificaciones con los líderes porque nos conectamos con ellos
en su luz y en su oscuridad.
Disciplina
Como
disciplina, la retórica es antigua, siendo los griegos sus grandes cultivadores,
constituyendo uno de los elementos fundamentales y fundacionales de la cultura
occidental. La disciplina requiere entrenamiento y desarrollo en campos de
batallas verbales donde en muchas ocasiones el viento sopla en contra. Se
requiere de gran concentración y dominio verbal, cuando no de capacidad histriónica
de conmover a las demás personas. Algunos liderazgos usan una retórica
incendiaria llevando a los sujetos a un plano dicotómico en donde se odia o se
idolatra lo que se escucha. Viéndolo así, la retórica puede ser el germen de
donde brotan las más tensas y exaltadas pasiones.
El método
Independientemente
de lo que se desea comunicar, el objetivo inicial es convencer. En la
contemporaneidad se usa la misma vieja fórmula que se basa en dos preceptos
básicos de la retórica:
1.La
seguridad con la cual se planteen las ideas. Incluso aquellas que parecen descabelladas
y casi imposibles de creer, se vuelven potencialmente veraces si se formulan
con seguridad, sin titubeos.
2.Tener
siempre un ejemplo a la mano. Sin el ejemplo no es posible convencer, de
ahí que aparecerá el conejo de la chistera y todo discurso emitido con
seguridad tendrá la muestra tangible para “demostrar” que lo que se dice es
cierto.
Seguridad
discursiva y el ejemplo inobjetable son los dos pilares del método retórico.
Contemporaneidad
y retórica
Se intenta
invertir la tortilla en cualquier tentativa de persuadir. Más si se trata de un
tiempo en el cual el hombre ha logrado que las tecnologías sean capaces de
crear aparentes verdades incuestionables. No es nueva la retórica. Lo nuevo es
la manera como ha ido creciendo en forma exponencial la forma de decir las
cosas, que, de ser falacias, pasan a ser medias verdades y luego se transforman
en asuntos incuestionables. A fin de cuentas, es muy difícil no caer en la
tentación de escuchar sólo aquellas cosas en las que queremos creer para
nuestro confort o porque satisface nuestra sed de rivalizar y denostar.
Presente y
futuro de nuevas falsas realidades
Se van
creando embustes del tamaño de una catedral que van creciendo como hidras y
generan la sensación de que son indetenibles. Más o menos así va la cosa hasta
que aterrizamos y nos damos de bruces contra la realidad. Por más bellos que
sean los discursos, por más que nos identifiquemos con lo que queramos escuchar,
por más que le apostemos a ciertos liderazgos, hay realidades como el hambre,
que son muy difíciles de disimular. En lo tangible ha de basarse el hombre con
deseos de pisar tierra si no quiere permitir que lo discursivo borre del mapa
toda realidad.
El discurso,
la imagen y todos los anteriores
Lo más interesante del discurso apologético contemporáneo, es que intenta que nos vayamos haciendo de ideas basadas en un montón de elementos que rebasan el discurso. No es sólo lo que queremos escuchar sino lo que queremos escuchar, ver y si es posible sentir en su más plena dimensión. Hacia eso va dirigida la actual tecnología, en imponer, como se ha hecho en todos los tiempos, ideas, creencias, costumbres y maneras de comportarnos de manera incluso caprichosa. Se hace bajo la premisa de que la retórica está por encima de la realidad. El fin supremo, por supuesto, es lograr el control de los demás. Interesante derrotero y apasionante tema de estudio que mientras más tiempo pasa, más interés adquiere. Ya no es sólo lo discursivo, sino lo discursivo desarrollado exponencialmente como nunca, valiéndose de la tecnología. ¿Se logrará de manera tan fácil el resultado?
Santiago, 28
de abril de 2024.
Publicado en varios medios de comunicación a partir del 28 de abril de 2024.