sábado, 1 de junio de 2024

El “proyecto humano”

 


Con el auge de la llamada “inteligencia artificial”, que a mi juicio es una manera desafortunada de nombrar a este fenómeno, una de las cosas que se asoman como logro, es el desplazamiento del ser humano por la tecnología en el área laboral. Dicho de otra manera, con la finalidad de abaratar costos con el uso de personas y minimizar empleos, las máquinas van a sustituir al hombre. Esto, que en realidad es un anhelo que no es de ahora, y que venía avanzando en muchas áreas, tuvo un auge muy importante durante la pandemia. En América Latina se ha materializado en cosas tan tangibles como la sustitución de las personas en las cajas de los supermercados por el “autoservicio” y un montón de ejemplos que ilustran lo que planteo. Se vienen muchas cosas más, por supuesto.

Este fenómeno, que se constituye en una suerte de utopía en donde el ser humano no tiene cabida sino para que la tecnología lo maneje, tiene un riesgo incluso mayor que el de sustituir a las personas por máquinas en los trabajos (un ya viejo y conocido anhelo humano). Se trata de llevar lo interpersonal a un terreno en donde se minimice el contacto emocional entre las personas. Un mundo diseñado a la suerte de lo que se está pensando es un lugar ajeno a la sensibilidad propia de lo humano y a la afectuosidad que nos caracteriza.  

La evolución es una cualidad que permite que unas especies sobrevivan a su medio de acuerdo con su capacidad adaptativa. El ser humano, al contrario de otros seres vivos, hace un montón de años rompió con la naturaleza y desvió el curso de la especie a otro rumbo, distinto al de las demás que habitan la tierra. Esa ruptura con la naturaleza, que define y es la esencia de los actos de lo humano, ha terminado por aterrizar en la sociedad que hemos logrado desarrollar en el presente. El gregarismo llegó al extremo de construir la gran urbe y la ciudad se convierte en el centro de cuanto aspira y teme nuestra especie.

Muchas personas se han sentido decepcionadas porque casi a la par del fin de la pandemia, se ha expandido aún más lo tecnológico en nuestras vidas, deshumanizando los vínculos interpersonales, pero lo que podría ser peor ya está pasando: 1. Guerras en el mundo, ante las cuales el común denominador de las grandes mayorías es la indiferencia. 2. Surgimiento de fenómenos que habíamos creído superados como el de los liderazgos de manada, de tipo carismático que hacen que se desaten las grandes pasiones.

A mi parecer, el auge de estos liderazgos que generan emociones extremas en las personas es una consecuencia de la frialdad con la cual se intenta manejar nuestras sociedades y viene a satisfacer una necesidad propia de lo humano. Dicho de otra manera, el liderazgo que exalta las pasiones en la manada humana parte de una necesidad que se satisface con la existencia de estas personalidades. No es casual la presencia de estos liderazgos hiper emocionales en una civilización que apuesta por el alejamiento de las sensibilidades. Una cosa implica la otra, balanceando el sistema. Por otra parte, la expansión de lo tecnológico en las nuevas generaciones tiene como consecuencia la hiper exaltación de lo emocional a través de la tecnología, disociando al sujeto de lo real y propiciando que se deshumanice ante lo que le circunda.

Los siglos XIX y XX fueron épocas en las cuales las utopías se materializaron y el resultado fue aterrador. Con la puesta en práctica de las ideas, surgieron totalitarismos que dejaron su huella. El asunto humano tiene que ver conque en el siglo XXI nos quedamos sin ideas, ante lo cual se plantean dos opciones: Reciclar las ideas fallidas o generar nuevas necesidades, muchas de las cuales son “falsas necesidades” todo lo cual parte de la propensión humana de demandar creer y a aferrarse a asuntos que le generen certeza. Se busca creer en un constructo para darle sentido a la vida. Viéndolo de esta manera, es posible entender que no existe un “proyecto humano” y cuando se ha tratado de materializar alguno, han surgido formas muy primitivas de poder y sometimiento colectivo.

Lo tecnológico, además de ser una instancia de movilización exponencial de la información, lejos de llevar al ser humano a desarrollar mejores estilos de vida, lo hunde en la ignorancia de quien se ve ahogado en un montón de información que termina siendo tan superficial como inútil. Por eso, a pesar de las buenas intenciones y de los mejores deseos que se puedan tener, todo aquello que podemos pensar, tarde o temprano se va a materializar en algo tangible y práctico. La experiencia ha demostrado y sigue demostrando que una cosa son las ideas y las buenas intenciones y otra la realidad. Ideas y realidad suelen estar disociadas, lo cual lleva a una paradoja mayor en quienes relativizan la realidad. Si existen “varias realidades” o la realidad es relativa (puede ser lo mismo), se genera un distanciamiento todavía mayor entre las ideas que consideramos buenas y el pisar tierra. La dura realidad (llámese como la quieran llamar) se terminará saliendo con la suya. 

Santiago, 01 de junio de 2024.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 01 de junio de 2024.