sábado, 30 de diciembre de 2023

Apenas doce razones para tomar vino

Cuando el tío Luigi llegó a El Tocuyo, lo primero que se planteó fue cómo sembrar un viñedo para producir uno de los primeros vinos de su generación en nuestras tierras. Proveniente del sur de Italia, no podía concebir la vida sin vino.

De sus primeros años de esfuerzo, logró comprarse unas tierras y plantar su propia vid. A todos los primos nos daban vino para ir la escuela desde que teníamos tres años de edad. Así lográbamos sobresalir en los estudios y permanecer animosos durante las mañanas.

Al más puro y tradicional estilo griego, durante toda mi infancia y en compañía de mis familiares, participé semidesnudo y a pie descalzo en la producción del vino. Creo que algo de experiencia tengo en materia de vinos. Esa tradición ha permanecido en nuestras costumbres y solemos tomar vino y disfrutarlo a su máxima plenitud.

Hace pocos días, una destacada periodista me hizo una entrevista para que le hablara sobre el vino. Un tema que no sólo me apasiona, sino que me embriaga de emoción. Me parece que existe al menos una docena de razones para tomar vino entre las cuales cabe destacar:

1). Es un alimento.

2). Da placer gastronómico.

3). Es calórico y protege de enfermedades.

4). Plantea un sentido estético en relación con la manera de alimentarse y vincularse.

5). Aumenta la hilaridad del discurso en las comidas. Se aprende cuando se come.

6). Símbolo de poder.

7). La vid. Trabajo del hombre. El viñedo es una forma de corroborar el derecho a la propiedad privada.

8). Permite una mayor socialización.

9). El viñedo es símbolo de buen trabajo. Materializa la idea de calidad.

10). Es castigo divino, por ser producto del trabajo. Paradójicamente es placentero. Genera goce.

11). Mejora el acto amatorio y facilita la seducción. Es afrodisíaco”.

12). Induce la competitividad, dado que el mejor vino es el propio… fatto in casa.

 

En fin, un conjunto de razones para convertirse en un placer como pocos. Recordando siempre que “LOS PLACERES COMPARTIDOS SON DOBLEMENTE PLACENTEROS”.

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 30 de diciembre de 2023. 

domingo, 24 de diciembre de 2023

Navidad en el desierto extremo

 


Parto temprano vía La Serena y me llama la atención lo desolado del paisaje. Una cosa es leer o ver por medios audiovisuales un lugar y otra es recorrerlo, respirar su aire, ver directamente sus parajes y socializar con las personas del sitio, particularmente sus nativos. Hago una parada de varios días en El Valle de Elqui y a la par de disfrutar el lugar, comiendo buen cordero y vino blanco, visito algunos sitios que se relacionan con la poetisa chilena, ganadora del premio Nobel de literatura en 1945. Conozco la obra de Gabriela Mistral, tanto la prosa como sus cuatro libros de poesía: Desolación, Ternura, Tala y Lagar. La Europa con secuelas de la Segunda Guerra Mundial miró hacia el Nuevo Mundo y encontró sosiego en la obra bucólica, religiosa, serena y trágica de Mistral. Contemplo las estrellas, camino por Pisco Elqui, visito el mausoleo y el descuidado museo-escuela y me termino por crear una imagen completa de una artista cuya obra es desconocida por muchos de sus compatriotas. Es lo normal. En lo personal, me gusta su trabajo, me parece de una delicadeza que merece la atención de los lectores agudos y es un referente de la trascendencia de lo que hacemos los latinoamericanos. La capacidad de disfrutar cosas tan disímiles tiende a enriquecer nuestra visión del mundo.  

El Toyota tiene pocos kilómetros de uso, por lo que el viaje se vuelve una mezcla entre disfrute por conducir un buen vehículo en carreteras inmaculadas y la posibilidad de adentrarse en lugares inimaginables que no se comparan con espacio alguno. Jamás pensé que el desierto de Atacama fuese tan grande. Ocupa medio país suramericano y los niveles de aridez van desde la sequedad generalizada hasta la sequía absoluta. Nunca había visto ni estado en un lugar tan inhóspito. La carretera se me hace larga y me veo en la necesidad de quedarme en un hotel cualquiera. Me recibe un hombre de contextura gruesa, casi obeso, locuacidad insoportable y ojos de rata. Me explica su simpatía por los venezolanos, quien según señala, les hace el favor de darles trabajo y me recuerdo de la novela El negrero, de Lino Novás Calvo. Hay estafadores que parecieran tener un letrero de advertencia en su frente. Pero de eso ya estoy curado de espanto. La bondad y la maldad tienden a emparejarse y cuando me consigo con gente de esa calaña, suelen aparecer personas que representan lo contrario. Continúo mi viaje luego del imprescindible descanso y el desierto me lleva a niveles de aridez que desconocía que pudiesen existir. Las minas van a la par de la carretera y cada vez se me aclara la percepción de cómo el país pobre que era Chile se transformó en un auténtico milagro económico, a donde muchos siguen migrando, buscando un mejor porvenir. Son los ricos del vecindario.

Llego a lo que llaman “el Caribe chileno” y me quedo una semana en Bahía Inglesa. Lo de “Caribe” es broma de mal gusto que sólo pueden asomar los que nunca han ido al Caribe. El desierto se continúa de un mar frío plagado de medusas que parecieran una sopa de bichos flotantes. Sin embargo, es tanto el contraste entre el desierto y el hosco Océano Pacífico que paso la Navidad en este recóndito lugar del planeta. Como soy buen parrillero, me pertrecho con prietas, pollo, lomo vetado, diez bolsas de carbón que suman veinticinco kilos y lo paso liberado. De vino blanco, paso a tinto y me relajo para recibir una buena Navidad y me preparo para un nuevo año en donde ya tengo prefiguradas las metas personales que deseo alcanzar.

Desde hace mucho tiempo, entiendo que carezco de la paradójica incapacidad para dejar de leer. Tampoco puedo dejar de escribir, por lo que lejos de pensar que son virtudes, los asumo como asuntos que hago porque me placen y entiendo que es tan grato como valioso poder hacer aquellas cosas que nos gustan. El viaje es también una de ellas. En ocasiones trato de estar la mayor cantidad de días posibles en un sitio para conocerlo como si se tratase de un calcetín al cual se le puede dar vuelta. El escenario es tan fascinante como sus entretelones. La vida, a fin de cuentas, también es así. En eso de dar vuelta a las cosas y ver su lado claro a la par de su oscuridad, vamos elaborando la telaraña del conocimiento que armamos de las cosas. También de nuestro autoconocimiento, porque para muchos, tal implica cual.

La manía de despertarme temprano me vence, por lo que paseo por las cercanías y la contemplación va haciendo de las suyas. Hay lugares en la tierra en donde hay que ir por lo menos una vez, pero que no invitan a volver. De Chile sigo encantado con la ciudad de Santiago y los beneficios de su prosperidad. Tal vez estos lugares van moldeando también a las personas que venimos de otras partes y la dureza del entorno se va apoderando de nosotros. Eso pienso. Enciendo mi Toyota y parto para continuar mis recorridos. Todavía no sé cuál será mi próximo destino.

 

Bahía Inglesa, 24 de diciembre de 2023.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 24 de diciembre de 2023.  

lunes, 18 de diciembre de 2023

El gusano con dos cabezas

 


Salgo a mediodía y luego de pasar por el centro de votación decido comerme un mondongo con mi mujer. El restaurante es modesto pero la sazón bastante buena. Por suerte encontramos mesa. La satisfacción de sentir que cuando uno vota está eligiendo y que lo que uno decide será respetado es de un valor que no tiene precio. Para bajar la comida, salgo a caminar por las calles y callejones de una zona en donde mis compatriotas han hecho vida y se han asimilado a una dinámica social que les es propia. “Ese edificio nuevo es de venezolanos”, me dice una simpática maracucha, al explicarme que compraron la totalidad de los departamentos. Los fenómenos migratorios son increíbles. Un país que no tenía gente foránea de repente se llena de extranjeros y cambia la cosmovisión de su sociedad… para siempre. Los lugares más herméticos, se han vuelto porosos con la gran ola migratoria de este siglo. Es una dinámica viva que no se detiene. Mientras pienso en estos asuntos, leo las diferentes ofertas de “platos navideños venezolanos” que se ofrecen en los distintos restaurantes.

El techo

Es difícil aceptar la idea de que existe un techo aspiracional del cual no se puede pasar como sociedad. Lejos de ser una postura pesimista, creo que un poco de realidad es necesaria para evitar que terminemos por volar, dado que, en muchas ocasiones, se puede volar en pedazos. Eso es lo que ocurre en conglomerados como el que vengo, en donde se trató de cambiar un modelo de sociedad y se terminó por pulverizar lo que estaba de pie. La necesidad de soñar es propia del ser humano. Lo que cuesta aceptar es que se puede soñar con libertad y actuar con responsabilidad. Asunto serio, la cosa.

Extremos contrapuestos

La idea de construir a partir del extremismo no suele terminar bien. Salvo contadas excepciones, las sociedades se construyen porque las personas se ponen de acuerdo y son capaces de ceder en sus posiciones más radicales. De ahí que todo acuerdo tiende a minimizar los radicalismos y hacer que las personas aterricen al punto medio de la realidad, principio aristotélico que se asomó hace mucho tiempo y sigue vivo y campante como el deseo por el pan recién hecho. Los acuerdos se desarrollan en el contexto de lo institucional y sin instituciones, reina la anarquía y el caos porque es bien sabido que la naturaleza humana propende a lo impensable si no se generan maneras de regular los apetitos de las personas. La mejor de las apuestas que puede hacer un conglomerado es la de fortalecer sus instituciones porque sin las mismas no hay futuro alentador. Lo institucional es la estructura en la cual una sociedad se sostiene y sin instituciones sólidas no construimos sociedades sino entelequias en el aire. ¡Cómo nos gustan las ficciones!

Vota por A vota por B

Frente a una opción radical, salvo excepciones, hay cierto olfato colectivo que induce a los pueblos a creer que una opción es mejor que otra. La sabiduría popular tiene un sentido común que en las sociedades sensatas aflora y en los momentos de máxima incertidumbre, hacen que de manera forzada o por invitación, se pise tierra. De alucinados y mesías estamos hastiados. En lo personal, no puedo deshacerme de cierto nihilismo que arropa mi pensamiento y que me induce a tener cable a tierra de manera permanente. Soy de los que sueña despierto, pero con la calculadora en la mano. Las ideas y la realidad no tienden a acoplarse. Esa premisa, la de sostener que la realidad y las ideas tienden a estar disociadas, no solo ha propendido a guiar mi vida, sino que lejos de cultivar la alocada idea de querer cambiar al mundo, me invita de manera amable a intentar comprenderlo. La fascinación que genera tratar de entender la realidad es un desafío, pero también un fin en sí mismo, por lo tanto, un logro.

El enemigo es “el otro”

Estamos cundidos de recetas grandilocuentes en donde nuestros problemas son generados por “el otro” y no como consecuencia de lo que hacemos. “El otro”, llámese de esa manera por su origen cultural, étnico, religioso o por otras características, tiende a ser el chivo expiatorio al cual le endosamos nuestras miserias. Es una manera fácil y ramplona de asumir un asunto que no queremos aceptar y forma parte de lo más básico del pensamiento dicotómico humano. El “ustedes y nosotros” es de un primitivismo atroz que afortunadamente tiende a coger mínimo en la medida que el tiempo va colocando a las cosas en su lugar. El siglo XXI es un tiempo que promete el retorno a primitivismos que considerábamos ya superados a la par de las invenciones más ambiciosas que podamos imaginar. Esa es la chaqueta de fuerza que nos condiciona. La fascinación por comprender nuestro propio tiempo no sólo es un desafío, también es fuente de gratificación.

 

Santiago, 18 de diciembre de 2023.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 18 de diciembre de 2023.  

lunes, 11 de diciembre de 2023

El mundo sigue girando

 


Para quien no lo haya encontrado, sería prudente recordar que puede existir un mejor lugar para cada uno de nosotros y parte del arte de vivir consiste en conseguirlo. Llámese lugar, actitud, estado o aspiración, ese lugar anhelado podría estar a la vuelta de la esquina, a miles de kilómetros de distancia o simplemente dentro de nosotros mismos. El gran desafío es ser capaces de encontrarlo a tiempo. El tiempo juega con nosotros y le pone fecha de vencimiento a nuestros actos. El tiempo, además de condenarnos a lo finito, también le da sentido a la existencia.  

“La vida está en otra parte” es una fantasía que se nos pasa por la cabeza sin mucho fundamento. Sobre todo, cuando no tenemos de manera tangible la posibilidad de comparar. Si sólo es una presunción sin mucho fundamento, todo intento de cambio es solo una huida hacia adelante. Por el contrario, si tenemos la certeza de que “la vida está en otra parte”, habría que ser bien pusilánime para no hacer todo el esfuerzo necesario para estar en el lugar que creemos que puede ser el mejor para lo que anhelamos. De la materialización de esas aspiraciones están hechos los sueños que hacen posible elevarse y llegar a desarrollar lo mejor de nosotros mismos. Sin sueños cotidianos, la vida es aburrida, como lo son los sueños grandilocuentes de las épicas de todos los tiempos. El sueño del hombre común y sus aspiraciones tangibles llevan a la felicidad. Nada es más grande que la pretensión por las pequeñas cosas. Por el contrario, los megaproyectos y sueños de tamaño desmesurado propenden a llevar a las personas al sufrimiento. En esa categoría están las utopías, las ideologías y demás basuras mentales. Que se ocupen primero de salvarse a sí mismos quienes obcecadamente quieren salvar a los demás.

Hay quienes tienen una especial clarividencia para manejar el arte de la predictibilidad. Son personas que poseen una especie de olfato que los guía como brújula y los previene de las cosas que están por venir. De donde vengo, muchos tuvieron esa capacidad intuitiva más desarrollada y escaparon tomando todas las previsiones necesarias para hacerlo. Quien se acostumbra a vivir en el caos, la ruindad y la maledicencia, potencialmente pone en riesgo a su espíritu y la corrupción del alma es cosa de segundos. En esos casos es prudente tener zapatos ágiles para poder correr con facilidad. Hay que escapar con tiempo del infierno, por aquello de que si no lo hacemos podríamos quedar atrapados en él para siempre. Es cuestión de estética, ética y aspiración personal. Potencialmente podemos ser víctimas de injusticias si no tenemos la capacidad de ver hacia adelante.

Ganarse el respeto colectivo tiene una base sobre la cual se podría sustentar todo el edificio de lo que vamos formando. Esa piedra fundamental está relacionada con la capacidad de ser sinceros, alejarnos de la tentación de mentir y cultivar la autenticidad como un valor y una forma de conceptuar la realidad. Sin lugar a duda, tarde o temprano, la persona auténtica, capaz de mantenerse apegada a sus convicciones, destacará sobre su entorno, generalmente cundido de falsedades y maneras retorcidas de entender el mundo. Ganarse el respeto de otro no es asunto de generar simpatía, por el contrario, el respeto tiene su propio camino sobre el cual corre de manera libre, ligero y sin contratiempo. Quien cultiva la autenticidad no debe esperar el aplauso. Sería sospechoso esperarlo, como también lo sería el recibirlo.

Es tan escandaloso como lo son sus consecuencias, que enormes masas de seres humanos se hayan visto forzados a migrar del paraíso. El origen de la tragedia se remonta a los encandiladores ejercicios de elocuencia que un payaso de poca monta logró realizar ante una montonera carente de juicio y ávida de esperanza. De grandes hipnotizadores colectivos y vendedores de espejos está minado el camino de la civilización. Una y otra vez pareciera que seremos cegados por los ilusionistas de rigor que repetidamente aparecen para consuelo de quienes cultivan los peores sentimientos. La balanza entre el bien y el mal gusta de mantenerse en equilibrio, por lo que tanto mal pareciera que va a surgir cuanto tanto bien esté presente. El equilibrio se impone de manera lastimosa y cruel. La expulsión del paraíso es el sino que nos marca desde nuestro origen. Fueron ignorados quienes prefiguraron lo que iba a ocurrir. En estos casos ya no hay posibilidades de segundas oportunidades. El paraíso se pierde una vez y para siempre.

El mundo no se detiene por nadie. Quien no haya desarrollado la destreza de enfrentar y solucionar los obstáculos más inimaginables, se seguirá quedando atrás en la cruel carrera que significa la existencia. De parásitos y chupasangres están minados los conglomerados humanos. Forman parte de las cargas propias del sistema. Por una tergiversación cultivada por quienes apuestan por sociedades caóticas, hay quienes gastan sus energías en promover la necesidad de defender los sujetos que carcomen los sistemas. Lo evolutivo y lo que es bueno para la especie debería imponerse.

 

Santiago, 11 de diciembre de 2023.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del 11 de diciembre de 2023.  

domingo, 3 de diciembre de 2023

Recurrentes aterrizajes forzosos

 


El sol se mete inclemente por la ventana y escribo este texto en franelilla. Anoche la temperatura era baja y con el correr del día, sin llegar a ser soporífero, el calor se va adueñando de los espacios. Así es en el sur. Mientras eso ocurre, tratamos de darle forma a las ideas sin forma en un ejercicio que siempre termina por ser tan necesario como inútil. De eso va lo humano, de tratar de darle sentido a aquellas cosas que hacemos o vemos que los otros hacen. A fin de cuentas, no llegamos a ser racionales y todo comienza y termina en argumentar lo que pensamos.

Analistas vulgares

Tienden los analistas políticos a tomar partido antes de hacer análisis y la realidad siempre será garante de que las ideas solo ideas son. En esta contemporaneidad espectacular, en donde por momentos pareciera que cualquier rana va a atacarnos en una acera, ser o intentar ser medianamente objetivo se hace muy cuesta arriba. La siempre presente lucha entre la razón y los instintos es la sombra con la cual debemos lidiar y de la cual debemos tratar de salvarnos.

Los caminos de la vida

El único sistema que se ha construido (y no existe otro) para poder tener un equilibrio entre los distintos elementos que complejizan las sociedades es la democracia. No existe otro modelo que garantice la justicia y preserve la mayor cantidad posible de libertad. De los intentos que se han hecho para hacer más perfectible los sistemas democráticos, una y otra vez ha quedado demostrado de manera palmaria que solo la democracia representativa sirve. La democracia representativa es la máxima expresión de lo que podemos y debemos aspirar. Todas las demás formas de plantear lo democrático socavan la vida de las naciones. Lo útil ha sido apostar por la democracia representativa. Lo demás es solo demagogia.

De transiciones

Aquellos países en los cuales sus ciudadanos apostaron a cambiar el modelo de democracia representativa solo terminaron por darse un tiro en el pie. La posibilidad de una representación real es garante de que los derechos de minorías y mayorías pueden ser defendidos en los espacios institucionales. En eso de intentar conseguir tablas salvavidas, las instituciones y la necesidad de mejorar las mismas debería ser la prioridad de los conductores de sociedades. Sin instituciones, no es posible la vida en sociedad y lejos de aspirar a cambiarlo todo, como si fuera posible, los grandes esfuerzos humanos deberían centrarse en perfeccionar las instituciones existentes, que obviamente son un desafío mucho mayor que cambiarle el nombre a las mismas. Las sociedades pueden llegar a experimentar transiciones saludables si se fortalecen sus instituciones y se respeta el voto universal. No hay otros caminos.

Izquierdas en apuros

La diferenciación entre izquierda y derecha en el terreno de lo político es un anacronismo histórico que además trajo consigo una paradoja perfecta en nuestros días. Aquellos que se hacen llamar de izquierdas, cuando llegan al poder, deben hacer uso de las armas de la República y someter a aquellos sujetos que no cumplen con la ley. Con la falaz idea de defender ciertos derechos (tergiversaciones de la idea de derecho) se termina por premiar a quien delinque. Al ser de izquierdas, se mete en un mismo saco sistemas de gobierno francamente antidemocráticos y otros que son derivaciones de modelos fracasados cuando se intentaron llevar a la práctica. Para saber a dónde se quiere llegar, los movimientos autodenominados de izquierda deben hacer una profunda reflexión y hablar de manera clara, señalando las cosas por su nombre. Una dictadura de izquierda no es aceptable para ningún demócrata y debe repudiarla.

Derechas en apuros

Por otra parte, los autodenominados “de derecha”, promocionan el empequeñecimiento del tamaño del Estado, las libertades individuales y la propiedad privada. En ese mismo grupo, están los liberales y ultraliberales, que a la vez de promocionar la idea de defender lo privado, tienden a coaccionar el libre proceder del individuo y lejos de fomentar su libertad, preconizan un moralismo difícil de entender en un sistema de ideas que apuesta por la libertad. Tienden a exaltar las ideas religiosas y posiciones dogmáticas en relación con estilos de vida, en los cuales el Estado no debería participar.

La brújula no marca el rumbo

Esas clasificaciones, en las cuales los límites de una cosa se introducen en las ideas de su oponente y viceversa, terminan por construir auténticas entelequias mentales que son imposibles de llevar a la práctica. Toda utopía está condenada al fracaso y a llevar a los ciudadanos a padecer de las más extravagantes vivencias en nombre del bienestar común. Se hace más interesante la vida en sociedad en la medida que soluciona los problemas propios de lo humano, que siempre van a existir y con propensión a complejizarse. Lo que pasa es que la necesidad de soñar es tan grande, que somos capaces de destruirnos tratando de alcanzar un sueño. Los sueños, las ideologías, las utopías y la rigidez del pensamiento literalmente matan lo humano.  

 

Santiago, Chile, 03 de diciembre de 2023.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del domingo 03 de diciembre de 2023.

domingo, 26 de noviembre de 2023

Analistas de pacotilla

 


La política es un arte, que en ocasiones desafía la lógica y el sentido común. Si partimos señalando que la lógica y el sentido común no siempre van de la mano con los fenómenos políticos, el margen de maniobra para la interpretación de estos asuntos requiere habilidades más amplias para poder entender lo que ocurre. En general, incluso en los más conspicuos e inteligentes estudiosos de los fenómenos que atañen a la vida en sociedad, las interpretaciones que se hacen son desde juicios previos ya elaborados. En otras palabras, cuando, desde el prejuicio (entendido como juicio previamente ya establecido sobre algo) se intenta analizar un asunto, se termina por exponer la visión desde una posición en la cual el análisis se encuentra limitado y condicionado. De ahí que, en la mayoría de los casos, lejos de ser “análisis”, vemos la posición propia de quienes desde su barra apuestan por una postura determinada, que en muchos casos se parece a la hinchada de un equipo de fútbol, incluso a la irracional barra brava. Esto lo vemos hasta en las mentes más elaboradas.

Líneas editoriales

Los medios de comunicación representan grupos que se van consolidando en relación con la promoción de cierto tipo de información, que configura una línea editorial. Toda línea editorial responde a una serie de juicios, prejuicios e intereses que incluso, en los medios que intentan ser más objetivos, se tiende a favorecer una postura sobre otra. Algunos medios tratan de ser mesurados e intentan presentar las dos caras de la moneda, sin embargo, el espíritu del medio, su trasfondo, obedece a una serie de objetivos que lo configuran. Con el auge de las redes sociales y su exponencial poder, los medios de comunicación tal como los conocíamos, cambiaron en un par de décadas de manera drástica. Hoy en día, lo que diga una persona que se haya hecho de un gran número de seguidores en las redes, no sólo moldea la opinión pública, sino que se termina constituyendo precisamente en la opinión pública. Como todo, al final, vencerá el principio de realidad. Por mayor capacidad persuasiva que pueda tener una persona o un grupo, la realidad se impondrá.

Los nuevos medios

Los nuevos medios, que ya no son tan nuevos, han desplazado las formas habituales de buscar información. El libro era el camino para acceder a ciertos conocimientos de manera tradicional. Ya no. Cualquier persona con una plataforma tecnológica básica es capaz de generar opinión pública e implantar puntos de vista. La caducidad de las formas tradicionales de comunicación es cada vez más notable, lo cual nos va a llevar a extremos de complejidad ante la llegada y convivencia cotidiana de lo que se ha llamado “inteligencia artificial.” Pareciera que se va creando la falsa impresión de que la inteligencia ha dejado de ser útil, lo cual es precisamente un signo de nuestros tiempos y un asunto propio de la contemporaneidad. Cada vez se necesita de mayor acuciosidad y espíritu crítico para comprender los alcances de estas tecnologías y poderlas interpretar y usar de la mejor forma. En un mundo en el cual hay guerras y epidemias, el artificio de la “inteligencia artificial” pareciera ser extravagante, pero así es la realidad y si no podemos cambiarla; entonces el gran desafío para el filósofo del presente, al igual de quienes le precedieron, es tratar de interpretarla. Cuando era niño me decían que los “comics” embrutecían. Actualmente escucho que las redes sociales embrutecen. Pues sí, es verdad, los comics y las redes embrutecen.

Los besos son húmedos

Por más que se intente robotizar lo humano, el cuerpo y las emociones siguen siendo las mismas que las que tenía el hombre de las cavernas. De ahí que, en el fondo, las maneras como vamos recreando y construyendo la realidad tienen un sustrato biológico imposible de modificar. Cuando se juega a la construcción y deconstrucción de las narrativas y los discursos, sólo se imponen costumbres (cuando no modas) que no modifican para nada la esencia profunda de lo humano, en la cual la razón siempre va a ser esclava de las pasiones. De ahí que disciplinas como las humanísticas y particularmente la filosofía, espacios para pensar, son tablas de salvación que permiten aclarar el aparente desorden en el cual vivimos e interactuamos. Si lo vemos con lupa, somos la deriva de una serie de eventos que nos precedieron y nos colocaron justo en el lugar en donde nos encontramos. Probablemente falte poco para bestializarnos o tal vez lo humano se robotice. No lo sabemos. Lo importante es no tratar de ser pitonisas en tierra de nadie sino anclarse lo suficiente para aportar un grano de entendimiento a la realidad que nos circunda. Por muchos intentos que hagamos porque las cosas se amolden a nuestras ideas y preconcepciones de la vida, la realidad siempre se saldrá con las suyas. No es malo soñar. Pero es profundamente peligroso no despertarse de un eterno sueño.

 

Santiago, Chile, 26 de noviembre de 2023.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del domingo 26 de noviembre de 2023. 

domingo, 19 de noviembre de 2023

Gabriela Mistral: Primavera a fin de año

 


Se prolongó el invierno más de lo usual y a mediados de noviembre apareció la primavera, con sus verdores deslumbrantes y su sol matutino que puede llegar a hacerse inclemente al pie de La Cordillera. El momento me pareció de lo más propicio para familiarizarme con la obra de la poetisa y ganadora del Premio Nobel de literatura Gabriela Mistral, seudónimo con el cual escribía Lucía Godoy Alcayaga. Leí sus obras DesolaciónTernuraTala y estoy leyendo Lagar por estos días. Ahora ya entiendo de qué va su obra, por qué gana el Premio Nobel de Literatura en 1945, pero por encima de todo, la interesantísima propuesta que ella representa, que sin duda alguna sigue presente en nuestros días.

De poemas perfectibles y perfeccionados

Cuenta su leyenda que llegó a reescribir sus poemas en tantas ocasiones que probablemente lo que conozcamos en la actualidad sea la depuración de su obra tantas veces como un par de centenar de intentos por hacer de sus creaciones perfectibles una y más veces, en una tentativa de encontrar la pureza del texto, intentando llevarlo a una dimensión que aspiraba la perfección. En ella se conjugan elementos como la muerte, la soledad, los asuntos propios del hombre común, pero sobre todo la naturaleza con sus orígenes personalísimos, como El Valle de Elqui y la presencia permanente de una espiritualidad o religiosidad (es lo mismo) que marca su legado. En Gabriela Mistral hay una exaltación de la naturaleza, especialmente de aquella que forma parte de su cordillera y la cual la acompaña como un recuerdo infantil que la transforma en ocasiones en una poetiza pueril, en donde “el niño” predomina, no por inmadurez, sino como marca indeleble de los primeros y mejores días de su existencia.

La naturaleza vive

Si caminamos por los senderos chilenos, seremos testigos de una manera de concebir el medio que va desde el asombro que genera la belleza natural del país con lo inhóspito que se vuelve en muchas de sus facetas. Chile es tierra inhóspita en el sentido de que lo terrenal somete al hombre a pruebas bravas en las cuales desafía a la naturaleza, a la bella naturaleza, para poder sobrevivir. El océano pacífico y la Cordillera de Los Andes son las dos caras de un mundo que hacen que todo sea dicotómico, bello y brutal. Desde el infernal y hermoso desierto de Atacama, hasta la infernal y hermosa Patagonia, el país posee dos polos que, salvo una pausa primaveral y un espasmo veraniego, se debate entre dos antípodas que hacen que las personas, la gente, los ciudadanos, se mimeticen con cuanto los rodea y tengan que generar sus propios recursos para enfrentar lo invencible. Gabriela Mistral trata con generosidad las bondades de la naturaleza y cautiva a la estirada Europa del tiempo en que desarrolla su obra.

El campo y la ciudad

Hay en todas partes un clásico y recurrente enfrentamiento banal y fútil que es el que se presenta entre el campo y la ciudad (no es menos trascendente por ser banal y fútil). Gabriela Mistral lo muestra en su obra y es precisamente por mantenerse al margen de las vanguardias y ceñirse al cultivo de una poética que va de la mano con los asuntos de la naturaleza, que se encontró con críticos que se ensañaron con su obra. Muestra desdén por lo citadino y por la manera como la persona de la urbe se planta ante la cultura y el conocimiento. En realidad, es una posición comprensible, pero no compartida. Mi origen campesino y el hecho de haber vivido en muchos lugares, medianos poblados y diminutos pueblos, metrópolis caóticas y generosas ciudades, me permite ver el asunto como sumatorio y no excluyente. Se puede uno mimetizar en cualquier parte, porque la brújula unívoca que debería guiarnos es el mundo interior de cada uno y los afectos que vamos cultivando.

Profetas en su propia tierra

Ni hubiese podido desarrollar la obra que produjo ni hubiese sido mayormente conocida Gabriela Mistral si no es por su relación con México y lo aprendido en esos lugares tan alejados de su Chile natal. Precisamente el contacto con la cultura mexicana va modificando y a la vez universalizando su obra, que deja de ser estrictamente chilena para transformarse en un emblema del arte latinoamericano y los intentos intelectuales por comprender la realidad de lo que se va gestando en esta parte del mundo. Probablemente siga siendo el continente de la esperanza o el más esperanzado, que originariamente vendría a ser lo mismo. Transita Gabriela Mistral por ese deseo de entender lo que ha ocurrido en América Latina y México le da ese carácter en el cual puede vislumbrar el asunto con una dimensión más amplia y profunda.  Sin ese asomo, que es en realidad el gran salto mental de cualquier persona, no hubiese trascendido su obra. Definitivamente puede ser pobre el hombre que se acoraza y retrae en un ámbito mínimo que representa el lugar donde vive. Es posible que mientras más experiencia vital tenga un artista, más amplias sean las posibilidades de escribir una obra con mayores aspiraciones. Mayores de las que enseñan los libros. Mejor porque lejos de castrar al cuerpo y al intelecto humano, el gran viaje y exploración personal del mundo da alas para volar. Literalmente.

 

Santiago, Chile, 19 de noviembre de 2023.

Publicado en varios medios de comunicación a partir del domingo 19 de noviembre de 2023.


domingo, 12 de noviembre de 2023

Sometidos por naturaleza


De la conquista española heredamos el lenguaje, la religión y los elementos culturales propios de Grecia y Roma, que en definitiva constituyen los pilares de la cultura occidental. En orden de importancia, diría que en primer lugar está el español como lengua, lo segundo es la occidentalización cultural del subcontinente y cada vez con menos relevancia, pero siempre presente, el catolicismo. La fusión entre españoles, indígenas americanos y negros es la base del mestizaje latinoamericano, en el cual, en algunos países prevalece un grupo étnico o raza más que otro, pero, en definitiva, América Latina está construida bajo estas bases que configuran la esencia de lo que somos. Cada tronco entregó sus elementos culturales más valiosos y se creó la América Mestiza.

Quejadera al infinito

El colonialismo generó un sentimiento de minusvalía que se proyectó hacia el poder de lo que llamamos España en la actualidad y a este estado animoso se le sumó (ya antes de la Segunda Guerra Mundial) una actitud de víctima hacia los Estados Unidos de Norteamérica que se materializó en un doble sentimiento de minusvalía, el primero hacia los conquistadores europeos y el segundo hacia la potencia del Norte. Es como si más de quinientos años no bastasen para comenzar a asumir responsabilidades básicas y en el presente le seguimos echando la culpa al “enemigo externo” que termina siendo imprescindible para justificar y mantener nuestras propias miserias.

Ideologías piratas y otras velocidades

Cuando cae (o tumban) el Muro de Berlín, se establece en la praxis una verdad que no se puede ocultar ni se puede modificar. Las sociedades que progresan son las que cultivan el libre mercado y las que se atoraron tratando de dar sentido a las cosas obviando el pequeño detalle de que debemos pagar las cuentas, se seguirán hundiendo hasta el infinito. Yo vengo de una sociedad que hace esfuerzos para no salir de una dinámica atroz en la cual se pretende sustituir la realidad por el mundo de las ideas, del cual Platón nos habló hace mucho tiempo. La capacidad de un conglomerado de tener la madurez necesaria para asumir ciertas realidades marcará para siempre su presente y su futuro. Del vacío generado por la muerte de las ideologías surgió un escenario que era difícil de prever. Contrario al sentido común y sin una brújula mágica que nos diga por dónde debemos transitar, el siglo XXI terminó por asentar viejos preceptos de carácter ideológico que se han sumado a las más caricaturescas formas de pensar, todo desde lo ideológico, remando contra toda posibilidad de lógica y conduciéndonos a futuros desencantos fáciles de predecir. Estas ideas, muchas de las cuales habían desaparecido, han reaparecido con nuevas distorsiones en la contemporaneidad. En los asuntos sociales el vacío no existe y es bien sabido que las dinámicas revolucionarias terminan en el contexto humano como el destino de los burros en las carreras de caballo. ¡El siglo XXI es un macabro circo violento que hasta ahora no divierte!

“El fracaso del progreso”

Ni maduramos en relación con las vivencias previas ni la tecnología nos ha hecho más felices. Somos tercos por naturaleza y lejos de ir hacia futuros de sosiego y potencial felicidad, las guerras, los conflictos religiosos y las salvajadas más inimaginables campean a nuestro lado y las vamos normalizando conforme entramos en contacto con ellas. De alguna manera, la idea de progreso fracasó en el ámbito humano y una espiral de conductas autodestructivas va marcando el paso de los nuevos tiempos. Imagino que toda ola tiene una cresta y luego la intensidad de las cosas disminuye. Me pregunto si esa ola tiene límite o funciona como un paradójico pozo sin fondo. Eso nos lleva a la primera premisa, en la cual planteamos la necesidad de asumir nuestro rol como gente de un tiempo en donde la irresponsabilidad colectiva y el odio pareciera salirse con la suya.

Los orígenes del mal

Mientras sigamos transfiriendo nuestra cuota de responsabilidad social a otros, no hay manera de mejorar en términos civilizatorios. Al final el individualismo y el nihilismo son posturas sanas frente a la manera desbocada como se tiende a comportar la manada. Sigue venciendo lo dicotómico y lejos de cultivar el respeto por la cultura y la visión del mundo del otro, lo seguimos viendo como nuestro potencial enemigo. A veces, al asociarnos con poderosos hacemos mejores negocios. En el conjunto de lo que vendría a significar la globalización y la potencial creación de “la gran aldea”, pareciera que se hicieron notar más las diferencias que las similitudes entre los seres humanos. La incapacidad de llevar una educación mínima y de calidad a las grandes masas de personas sin elementos formativos básicos, que son los verdaderos minusválidos, porque en ellos reina la ignorancia, es la gran deuda que tenemos como humanos. La ignorancia, a decir de San Agustín, es una de las peores representaciones del mal. La contemporaneidad lo certifica.   

 

 

Publicado en varios medios de comunicación a partir del domingo 12 de noviembre de 2023. 

domingo, 5 de noviembre de 2023

Mañas mundanas y algunas exquisiteces

 


Una de las cosas que me hizo emigrar de Venezuela es que no vendían servilletas. Puedo comer caraotas con las manos sin ningún problema, pero necesito servilletas para poder comerlas. Lo de las servilletas es tan auténtico, que cuando migramos le insistí a mi esposa que no se le fuese a olvidar el servilletero Tramontina, que nos ha acompañado desde hace un cuarto de siglo. Una mesa bien servida, con una buena vajilla y unos cubiertos presentables, hace que la comida sea mejor. Con servilletas, por supuesto. Ese tipo de mañas, que puede llegar a parecer frívolo, es positivo; las podemos y a mi juicio debemos cultivar, por cuanto es bien sabido que ciertos caprichos que no hacen daño a otras personas pueden ser de gran utilidad para cultivar el ocio de la vida, sin lo cual no tendría mucho sabor la existencia. Gracias al ocio, por ejemplo, puedo escribir este texto y gracias a su ocio, usted lo está leyendo. Es que la vida sin ocio es un desierto porque no habría espacio ni para la creatividad ni para el amor.

Mañoso sin tregua

Tal vez con el tiempo, solo seremos la representación de un montón de mañas que vamos juntando y sin las cuales la vida se nos hace rara. Sobre eso estaba pensando porque necesitaba alejarme un poco de tanta cosa mala que se me acerca. De esas cosas que considero feas o negativas, sin lugar a duda que la vulgaridad ocupa un lugar importante. Mi vulgaridad y la de los demás. Con respecto a mi propia vulgaridad, trato de lidiar con ella. Con respecto a la vulgaridad ajena, en ocasiones intento comprenderla.

El caviar y el espumante blanco

Desde muy joven me gustó el caviar con espumante blanco. El caviar era una compra de rigor cada vez que viajaba a la Isla de Margarita, en el Caribe. Lo he probado en diversas variedades y siempre me ha parecido que su sabor es la máxima concentración posible de la totalidad del gusto del mar. Las huevas de pez son de esas cosas que me agradan y que disfruto en esos momentos de soledad, cuando mirar a un punto en blanco en la distancia se hace una manera de sobrellevar el día. En definitiva, es una exquisitez.

La arepa de mi corazón

De las cosas que no puedo dejar (o que no he dejado), el primer lugar lo ocupa la arepa. De harinas de maíz precocidas conozco bastante, lamentablemente por razones que no son agradables. Cuando me preparaba para irme de Venezuela no se conseguía harina de maíz precocida con facilidad y aparecieron cualquier cantidad de marcas piratas que se hacían llamar artesanales. Lo cierto es que casi pierdo la dentadura probando distintos tipos de harina (creo que en una ocasión tenía cemento o cal) y la necesidad no negociable de comer arepa me ha hecho probar cualquier marca. En Brasil las comí de polenta, sin disimular las arcadas que me generaba y hoy en día puedo escoger varias marcas comerciales y variedades. Soy un “come arepa”, como de manera peyorativa se le llegó a decir a mis compatriotas hace unos cuantos años. Los fanáticos de la arepa estamos definitivamente condenados a no encontrar un sabor que se le parezca y que podría parecer un gusto adquirido desde muy temprana edad. He comido arepas legendarias y las sigo comiendo todos los días de mi vida.

Besitos fríos

No soy dulcero, pero hay tres excepciones: El dulce de leche cortado que hacen en el Estado Lara, el chocolate preferiblemente con un poco de amargor que generosamente da el cacao y la miel. Llegué a tener una colección de mieles tan abultada que puedo presumir de ser un experto degustando mieles. Mi infancia en El Tocuyo hizo que una vez al año dispusiera directamente de la miel de las abejas de la casa de mi abuela paterna. Ese gusto por la miel, que es un gusto de infancia, me llevó a buscar mieles en muchos lugares, incluyendo la legendaria miel de El Paují, en el parque nacional Canaima y la excepcional miel de Yopo, la más delicada y deliciosa de todas las mieles. Sobre la miel de Yopo he escuchado cualquier cantidad de historias y consejas. Es la mejor. De esos gustos estamos hechos, porque bien dice de un hombre el poder enorgullecerse de sus pequeños placeres y recrear lo mucho que le satisfacen.

Versatilidad y estilo

Acostumbrado a los viajes y marcado por el signo de Caín que han significado las mudanzas, lo primero que hago cuando llego a un lugar es inscribirme en su biblioteca pública. Ya no tengo biblioteca personal, porque perdí mis libros en mis viajes, pero ahora todas las bibliotecas públicas del mundo me pertenecen, por lo que se amplió la posibilidad de complacer mi curiosidad y se restringió el chance de consultar un texto cualquiera a mitad de la noche. Seguimos la marcha y nos recreamos alrededor del goce por la aventura. 


Publicado en varios medios de comunicación a partir del domingo 05 de noviembre de 2023.  


domingo, 29 de octubre de 2023

Mundos paralelos

 


Quizá por asuntos propios de mi profesión, he creado paralelismos perfectos e imperfectos con relación a lo que hago con mi vida. Para quienes no conocen nada de mi persona, o quizá conozcan algo, escribo estas líneas a manera de presentación. Un proyecto editorial me solicitó que dejara plasmada algunas cosas con respecto a mis vivencias y en eso se basa este texto.

Mi interés por la lectura comenzó a muy temprana edad. Parte de mi infancia lo viví en los Estados Unidos, lo cual me permitió leer y escribir en forma bilingüe y en casa se hablaba el dialecto siciliano, que lo aprendí de mi abuela materna. Esa multiculturalidad me ha acompañado toda mi vida y de ella estoy formado. Eso me llevó a interesarme por las más disímiles expresiones formativas, las cuales siempre entenderé por civilizatorias en el sentido de que todo hecho cultural de valor, parte de una instancia local y precisamente por ser “local” puede universalizarse. La razón es porque las verdaderas claves que nos unen a los humanos, cuando parten de un sitio y un tiempo en especial, propenden a tener un carácter universal. Empecé leyendo y pronto comencé a escribir. A los dieciocho años ya tenía una columna de prensa y he escrito una docena de libros de narrativa y ensayo.

A los 24 años de edad, ya titulado como Médico Cirujano, comencé a trabajar como médico rural en Abejales, Estado Táchira, Venezuela. Luego estuve ejerciendo en lugares excepcionales, como El Vigía y San Fernando de Apure. Conozco la Venezuela profunda y sus matices.  Esa vivencia cambió mi vida de manera muy radical porque una cosa es estudiar en la universidad y otra ejercer la medicina y hacerla un asunto de vocación. En 1997 me titulé como psiquiatra (Especialista en Psiquiatría), formación que obtuve en la Escuela Vargas de la Universidad Central de Venezuela, lo cual me hizo adentrar en la grandeza y las miserias de lo humano de una manera privilegiada, por cuanto no es frecuente que una profesión lo lleve a uno directo al mundo enredado de los asuntos de la mente.

Regresé a Mérida, la ciudad donde nací y trabajé como psiquiatra a la par de poder desarrollar una carrera de profesor universitario de Psicología en la Universidad de Los Andes. Gané ese cargo por concurso de oposición en justa lid y transité por los escalones de ser profesor instructor, asistente, agregado, asociado y justo cuando iba a ascender como profesor titular y probablemente jubilarme, me vi forzado a migrar de mi país. Tuve que salir corriendo. En Venezuela pude titularme como Locutor en la Universidad Central de Venezuela y en Salud Pública, en la Universidad de Los Andes.

Luego de graduarme de Especialista en Psiquiatría y regresar a Mérida, comencé a estudiar filosofía de manera formal. Los estudios de filosofía los realicé en unos ocho años. Primero hice una maestría de tres años y luego me titulé como Doctor en Filosofía con una tesis que fue premiada, obteniendo mención honorífica, mención publicación y recibió una mención adicional al ser categorizada por el jurado como un aporte valioso a la filosofía. Esa experiencia termina por materializar una manera de ver cuanto me circunda y de cómo voy interpretando las cosas, pero también va a configurar todo sobre lo cual escribo, pues a fin de cuentas, vamos expresando aquello que nos va nutriendo en el curso de nuestras vidas y la combinación entre ser médico psiquiatra con filósofo, es en realidad una expresión de una inquietud intelectual que nos ha marcado y definido.

A la par de mi propensión a la lectura, la escritura, la docencia y la realización de estudios formales, que implica el campo de la investigación, he cultivado el montañismo desde niño, cuando acompañaba a mi padre, en sus labores de botánico a descubrir los lugares más inimaginables en la Sierra Nevada de Mérida. Ese culto por los espacios abiertos, el respeto a la naturaleza y las largas caminatas son parte de mí y se han visto menguadas por una terrible lesión en una de mis rodillas que ha minimizado mis andanzas.

Tratando de desarrollar mundos paralelos, puedo decir que no sé si he logrado mi cometido. Creo que en realidad vamos amalgamando un solo mundo que es aquel del cual estamos hechos y que expresamos en nuestras maneras de comunicarnos. La expresión escrita, la cual se materializa en mi caso en artículos de prensa, libros de ensayos y narraciones que trato de cuidar con esmero, han formado un camino hasta llegar a donde estoy plantado. Una persona que ve al mundo con cincuenta y seis años de edad, habiendo caminado un buen trecho, aderezado por un montón de aventuras que hacen del anecdotario personal un espacio para la reflexión acerca de la vida, sus infortunios y sus instantes de gloria.

Mención especial tiene ese lado de mi naturaleza en el cual he desarrollado la amistad. Soy un agradecido por los amigos que tengo, pero también he venido haciendo un descubrimiento que probablemente no imaginaba que se pudiese dar con fluidez. Resulta que conforme sigo avanzando en el tiempo y recorriendo espacios, voy conociendo gente nueva y los lazos de camaradería y afecto se siguen ensanchando.  



Publicado en varios medios de comunicación a partir del domingo 29 de octubre de 2023. 

domingo, 22 de octubre de 2023

El mundo se mueve

 


No hay manera de que en el mundo las cosas se detengan, incluso las cosas pueden adquirir un dinamismo que solo genera vértigo por la incapacidad de procesar tanta intensidad propia de lo humano. De actores pasamos a simples espectadores en un abrir y cerrar de ojos, lo cual puede en ocasiones, producir confusión, cuando no desgano. Al colocarle la lupa a tanto movimiento, creo que lo que se desprende es una sensación de mareo que nos impide ver mejor las cosas buenas que nos rodean. En ocasiones es recomendable usar mejores anteojos.

Entre los árboles del bosque

Tal vez por esa sensación de velocidad, que en ocasiones puede ser incómoda, decidí meterme de cabeza a estudiar la Antología en Verso y Prosa de la escritora chilena Gabriela Mistral, en Edición Conmemorativa de las Academias de la Lengua Española impresa en 2010. Sobre el interés que me ha despertado esta autora trataré de escribir más adelante, si las circunstancias me lo permiten. Mientras tanto, leo sus libros con un interés tan genuino como tantas veces me ha ocurrido con aquellos autores a quienes voy descubriendo sin haber tenido la sospecha de la enorme riqueza que encerraban sus textos. Leyendo a Gabriela Mistral no sólo voy explorando a un autor y sus intereses, que en ocasiones se hacen compartidos, sino que me voy adentrando en las claves que me permiten comprender el país llamado Chile, su devenir histórico y las características culturales que van apareciendo como una especie de código secreto que permite la interpretación sólo si tenemos acceso a las combinaciones que pueden descifrar las oraciones de los textos. En eso ando en estos tiempos agitados, mientras cierto sosiego hace de las suyas en mi mundo interior.

La planificación de la vida social

Por solicitud de mi esposa y como una tarea que estoy cumpliendo de manera rigurosa, estoy trabajando en ampliar los horizontes de mi vida social. De ahí que tengo semanas de fiesta en fiesta y celebración en celebración tratando de conocer gente nueva, retomando los amigos con los que había perdido contacto y por encima de todo, bebiendo los buenos vinos que nos regala la tierra chilena, disfrutando de la cada vez más autóctona y vernácula gastronomía que ya ha transformado mi paladar al punto de haber aprendido a disfrutar de sabores con los cuales no pensé que pudiese congeniar y por encima de todo, estoy dedicado a bailar. En definitiva, entre los escurridizos pasajes de nuestra presencia en estas tierras, la celebración de la existencia debería ser uno de los destinos de rigor para cualquier persona que tenga un mínimo de valoración por la vida.

Paz y amor

Me parecen muy admirables las personas que están dispuestas a dar su vida por su patria. No pertenezco a ese grupo de gente porque en mí domina un nihilismo que me impide resonar con causas tan estrambóticas y etéreas como esos conceptos. Creo y soy un defensor de la necesidad de la existencia de las libertades individuales como aspectos que no pueden ser cuestionados en un sistema mínimamente respetuoso de lo humano. El problema es que cuando nos enfrentamos a un “otro” que no cree ni en la democracia, ni en la ley, ni en el respeto la vida, entonces tal vez la necesidad de salvaguardar nuestra existencia se pone como algo prioritario a esos ideales tan grandilocuentes como “patriotismo” y otros conceptos que a mi juicio son completamente inasibles. Creo en la gran patria mundial de la cual me puedo surtir en su infinitud de vertederos y en la universalidad del amor como una manera de cultivar y practicar la paz. En eso creo.

Derrotas dignas, vencedores sin gloria

Producto de una sociedad en donde se podía perder dignamente precisamente porque se perdía y se vencía si se hacía a través de las maneras más abominables pensables, definitivamente soy de los que prefiere una derrota con dignidad por encima de un triunfo empantanado por la ausencia de gloria. A fin de cuentas, en muchísimas ocasiones pensamos que estamos perdiendo cuando en realidad vencemos y viceversa. De esa manera de ver y entender cuanto me circunda sigue avanzando la aventura de mi vida, que lejos de detenerse, me empuja una y mil veces a seguir adelante; ya sin la prisa de antes, pero sin detenerme en ningún momento. De ahí que los recorridos se han hecho más amplios y las zancadas más largas. En mi burbuja personal, que cada día que transcurre veo que es menos personal de lo que creía, hay espacio para los estrechones de manos, los abrazos afectuosos y las buenas conversaciones entre personas que se respetan, se quieren y hasta se admiran entre sí. Un nuevo regalo de la vida en medio de tantas aparentes derrotas a las que tenemos que voltear y verle la mejor cara. Una señora trata de cruzar la calle mientras vengo de una reunión con buenos amigos y del brazo, la ayudo a llegar a la otra acera. Su sonrisa y agradecimiento tal vez sean suficientes para justificar un momento, una historia o incluso una vida.




Publicado en varios medios de comunicación a partir del lunes 23 de octubre de 2023.